Este chico adorable se llama Barlow, y él conoce mejor que nadie la importancia de entablar una amistad. Establecer una conexión con otro ser vivo, por distinto que sea a nosotros, siempre es gratificante.
Hace algunos años, cuando el chico vivía en un refugio y no tenía familia, tampoco tenía amigos para compartir. Hasta que llegó Liza McKenzie a adoptarlo y por fin encontró su lugar en este mundo.
«Encajó en la familia perfectamente», contó Liza. Meses después de llevarlo a casa, a los McKenzie les pidieron incluir a un miembro más dentro del núcleo, y este miembro era bastante particular. La profesora de la escuela de los niños había adoptado a una rata como mascota, y la rata estaba embarazada, por lo que los recién nacidos necesitaban un lugar seguro para crecer.
«Decidimos traer a casa a los tres bebés, a quienes llamamos Chippy, Dewey y Mud Truck», contó Liza. De las tres crías, Chippy era la más especial porque nació sin pelo. Sin embargo, a Liza le preocupaba la actitud de Barlow ante los nuevos miembros de la familia, así que procuró que se acostumbren los unos a los otros poco a poco. D
urante el proceso, Chippy demostró que su falta de pelo no era lo único especial que tenía.
«Chippy era la única de las tres ratas que quería acercarse a Barlow, siempre que podía estaba a su alrededor. Le mordisqueaba las garras y las orejas, mientras que Barlow permanecía allí sentado. Francamente parecía disfrutar de tanta atención, contó Liza.
Así se estableció una amistad única entre los dos. Era como si hubiesen encontrado a su alma gemela, por más extraña que pareciera su conexión. Barlow pasaba tiempo lamiendo a Chippy como si fuera su cría, e inclusive compartía su comida con la rata.
La familia se mantuvo estable y la amistad de ellos continuó creciendo, pero todo duró menos tiempo del que cualquiera hubiese deseado, en vista de que las ratas viven aproximadamente dos años.
Primero se fue Dewey, luego Mud Truck y meses después la salud de Chippy comenzó a decaer. Barlow nunca se apartó, se mantuvo a su lado y la apoyó en todo.
Los McKenzies quedaron muy tristes después de que Chippy se fue de este mundo, sobre todo Barlow, pero en el fondo comprenden que así tuvo que pasar y sus corazones se llenan de alegría al saber que la vida de esa rata fue hermosa gracias a ellos.
La llevaron a la parte trasera del patio, donde descansaban sus hermanitos enterrados, y después de eso Barlow la visitaba cada vez que salía…
El vínculo entre Barlow y Chippy no se rompió, pero sí se fue transformando poco a poco de la forma más sana y natural. Quizá en este momento el chico visita a su amiga con menos frecuencia, porque según Liza ha entendido lo que ocurrió y lo ha aceptado.
Perder a un amigo nunca es fácil, la rata siempre estará en el corazón de todos los familiares. Además, la relación que había entre ellos dos perdurará por siempre.
Comparte esta conmovedora y particular historia con todos tus amigos. Es una gran muestra de que las diferencias no importan.