Pocos días después de cumplir 2 años, Tupper Dunlop fue diagnosticado con autismo. Pero sus padres habían notado que el niño actuaba diferente desde mucho antes. No sólo no miraba a los ojos ni respondía a su nombre, sino que sus respuestas al sonido eran algo vagas. A veces, el pequeño reaccionaba dramáticamente a los sonidos más bajos y no a los más altos.
Pero el problema que más los apenaba era que el pequeño no podía dormir. Tupper no podía conciliar el sueño más de 3 horas en las noches y más de 45 minutos en el día. Estaba todo el tiempo tensionado y no descansaba.
Nancy con Tupper y Lego.
Tupper giraba constantemente en la cama, lloraba dormido y muchas veces golpeaba con fuerza la habitación. Incluso hasta diciembre del año pasado no hablaba, incluso no podía ni siquiera demostrar cuando se sentía mal. Las pesadillas no lo dejaban conciliar el sueño.
“Como padres, tener un niño que no puede dormir o que duerme lo mínimo, fue un desgaste emocional y psíquico terrible”, cuenta Nancy Dunlop. “Que tu hijo esté llorando, gritando y en un estado de molestia constante, dolor o estrés, y que no te pueda decir que está mal, es muy difícil. Te sientes muy indefenso, sin saber qué hacer para ayudarlo”.
Entonces decidieron hacer algo que ayudó a Tupper más de lo que pueden verbalizar. La familia, oriunda de Winnipeg, Canada, decidió conseguir un perro guía, un labrador dorado de dos años y medio llamado Lego.
Tupper va a todos lados con Lego.
Ahora juega como cualquier niño.
La familia es feliz con el cambio que se produjo en la casa gracias a Lego.
“La idea de un perro guía para Tupper vino de su amor por los animales”, cuenta la madre. “Tiene un amigo que venía a visitarlo con su amigo y Tupper se relacionaba perfecto con él, jugaba mucho y se ponía muy feliz y excitado, riendo y chillando de la alegría. Eso nos aseguraba que un animal podría ser una buena ayuda para Tupper y quizás lo animara a relacionarse con otros”.
Y Lego fue una solución para los problemas de la familia.
Desde que el perro llegó a la familia, Tupper está más calmado y empezó a hablar. Ahora puede ir al mall, al almacén y la familia puede salir a caminar sin llevarlo cargado o en un carrito.
Los dos relajados en un mall.
Y a veces Lego necesita descansar de tanto movimiento.
“Teníamos que pelear con él constantemente para que nos tomara de la mano”, explica Nancy. “Ahora, está siempre dispuesto a llevar la correa del chaleco de Lego y caminar con nosotros”.
Y, sobre todo, se terminaron los problemas para dormir. Cuando antes estaban más de dos horas para que se fuera a dormir, ahora en 15-30 minutos el niño está en la cama. Y Lego duerme pegado al pequeño.
Tupper ahora duerme tranquilo y descansa como tiene que hacerlo.
Sus padres no sólo están felices porque ahora está más calmado.
Ahora además duerme bien durante las siestas.
Además junto al perro siempre está calmado.
Dormir con el perro, acurrucado o sobre él, ha hecho que las pesadillas terminen y se sienta protegido por su peludo amigo. Como resultado, Tupper duerme entre 8 y 10 horas en las noches.
“Lego tiene un increíble efecto calmante en Tupper y le provee la compañía que necesita para tranquilizarse”, explica su madre.
«Fue entrenado para ayudar a acorralar a Tupper cuando trata de huir. Y enfrentará a Tupper, tropezando con él o trayéndole un juguete para iniciar el juego cuando Tupper esté molesto o abrumado».
Tupper es feliz con Lego.
Todo lo comparten.
El lazo entre Tupper y Lego ha ido creciendo cada vez más y el pequeño puede relacionarse mejor con su entorno. El amor y la compañía del hermoso perro ha hecho que el niño pueda desarrollarse mejor y generar confianza para su día a día.
El perro ha mejorado la vida de toda la familia.
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