Cuando encontraron a Edna, sobrevivía en las montañas, peleando día a día para sobrevivir y no morir de hambre en la naturaleza.
A Edna la vieron por primera vez en un barrio cerrado y quienes denunciaron su pobre estado, pidieron ayuda para encontrarla y darle atención médica, pero no tuvieron suerte. La perrita había tomado caminos inciertos y fue muy difícil hallarla.
A veces llegaban noticias de que la habían visto aquí y allá, pero nada concreto y durante días no pudieron encontrarla para brindarle atención. Y así pasaron los días, donde en varias ocasiones les avisaban que la perra estaba famélica y que necesitaba ayuda, pero desafortunadamente, no pudieron dar con ella.
Finalmente, quienes veían a la perra asiduamente (y en malas condiciones) decidieron contactar a la asociación Hopes and Paws, esperando que pudieran hallarla y rescatarla.
Cuando finalmente la encontraron fue en este mismo barrio, Edna estaba acostada frente a una de las puertas, muerta de hambre y asustada. Una de las voluntarias le acercó algo de comida y la perrita se la devoró en segundos, a pesar del miedo que sentía.
Edna estaba en la puerta de una de las casas del complejo.
Sólo pudieron acercarse a ella cuando le ofrecieron comida.
Aunque parecía que iba a dejar colocarse la correa, logró escapar una vez más.
Mientras la perra comía, los rescatistas le hablaban dulcemente, tratando de ganar su confianza, pero al primer acercamiento, la perrita salió disparada. Otra vez la habían perdido.
Le ofrecieron más comida y así pudieron lograr que volviera a estar cerca. Y ahí pudieron agarrarla.
Los rescatistas comprendieron que iba a ser difícil colocarle una correa porque estaba tan nerviosa y asustada que no se quedaba cerca de la gente, pero mientras la alimentaban, se acercaban por detrás lentamente.
Finalmente pudieron colocarle la correa, pero fue muy difícil. Edna se paralizó, pero cuando le ofrecieron más comida volvió a calmarse.
Cuando estuvo más tranquila y tuvo la panza llena, la subieron a un vehículo y la llevaron a un veterinario para que la analizara y diera un completo análisis de su salud, la cual estaba muy deteriorada.
Por suerte no fue muy lejos y alguien pudo acercarse desde atrás para colocarle la correa.
Así pudieron llevarla para que recibiera el cuidado necesario.
Una vez en el veterinario, pudieron revisarla.
Así fue como descubrieron que tenía un microchip y, por lo tanto, un dueño.
Pero según pudieron averiguar, su dueño la había regalado porque no podía cuidarla más. Por alguna razón, quienes supuestamente cuidarían de ella, la dieron por muerta. Y así se lo comunicaron a su primer dueño.
Edna era una perrita rechazada. Nadie quería saber de ella a pesar de que tenía un microchip.
Cuando el dueño se enteró que la perrita seguía viva, puso como excusa que no tenía un lugar donde tenerla y cuidarla y sus siguientes dueños no quisieron cuidar de ella. Entonces Edna estaba sola. Como lo había estado durante dos años.
La vida de Edna había sido dura. Nadie la quería. Pero eso no iba a seguir así. A partir de ahora iba a recuperarse y encontrar un hogar.
Ahora Edna mejora en la casa transitoria en la que habita.
Edna es dulce y tierna, seguramente encontrará un hogar donde la cuiden como se merece.
Edna es tierna, dulce, tranquila y amistosa (aunque un poco asustadiza). Mientras dure su proceso de recuperación, la perrita no solo tiene que recobrar su salud, sino la confianza en la gente. Y cuando esté totalmente recuperada, estará lista para ser adoptada.
La vida de Edna no es distinta a la de cientos de perros abandonados.
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