Cuando Jessica Aliff vio en internet el anuncio en el que se ofrecía a Cinderella en adopción, una perrita pug ya un tanto madura y con serios problemas de diabetes, su primera preocupación fue cómo la irían a tratar sus próximos dueños. Esta amorosa maestra se estremecía tan solo al pensar que perros enfermos como Cinderella suelen ser usados como carnadas en en el ring de pelea.
Fue así como, sin necesidad de pensarlo 2 veces, Jessica terminó llevándose a Cinderella a casa, junto a sus otros 3 pugs. Lamentablemente, pronto los ojos de esta perrita tuvieron que ser extraídos y Jessica se vio en la necesidad de resolver un gran problema: ¿cómo hacer para que Cinderella tuviera una vida plena y medianamente independiente ahora que se había quedado ciega?
Tras comprender la agonía diaria que atravesaba la pobre Cinderella debido a la diabetes y c+omo esta afectaba sus característicos ojos saltones, Jessica, de Connecticut, Estados Unidos, tomó la difícil decisión de llevar a la nueva integrante de la familia al veterinario para que le extrajeran los ojos de una vez por todas.
«Cinderella terminó ciega debido a la diabetes, pero a pesar de haber perdido la visión, la pobre seguía sufriendo de presión alta en su ojo derecho y presión muy baja en su ojo izquierdo. Por lo tanto, tenía que echarle 4 gotas de medicina en cada ojo, 3 veces al día», explica Jessica.
Pronto, Cinderella desmostró que su voluntad de vivir y sus ganas de luchar superaban por mucho las adversidades que se habían presentado en su camino. Por su parte, Jessica estaba determinada a estar a la altura de su mascota y, desde que Cinderella se recuperó de la operación, ha dedicado gran parte de sus días a guiarla y enseñarla a vivir plenamente usando el oído en lugar de la visión.
Jessica utiliza sonidos y puertas para bebés para garantizar la seguridad de la hermosa Cinderella… ¡Incluso la lleva en un portabebés! Pero lo mejor de todo, es que ahora vive más feliz que nunca junto a sus hermanos, pues esta pequeña luchadora se ha adaptado perfectamente a su nueva condición.
«Tengo que asegurarme de que las puertas para bebés estén bien puestas en todas las escaleras de la casa, de manera que ella no pueda subir o bajar sin mi supervisión», explica Jessica.
«Cinderella va muy lento cuando sube las escaleras y, en ocasiones, cuando la llamo corre exactamente al lado contrario, pero al final siempre termina llegando».
«Le hablo mucho y hago ruidos para ayudarla a encontrar su camino, chasqueo mis dedos y aplaudo, todo lo que sea necesario para guiarla», explica Jessica. Asimismo, esta dedicada madre de 4 pugs intenta no mover los muebles para evitar que Cinderella se tropiece en exceso.
En la actualidad, Cinderella, quien es sin duda un ejemplo de fiereza y buena actitud, adora ir cargada en su portabebés, pero de vez en cuando también le gusta demostrarle a los otros perros quién es la jefa.
¡Bravo por Jessica y Cinderella, qué maravilloso equipo! Comparte esta noticia con todos tus amigos.