La vida no trata a todos por igual y definitivamente no todos tienen las mismas oportunidades. Es por eso que en ocasiones cuando llegan a nuestros oídos casos de personas obligadas a sobrevivir como pueden, sin ninguna ayuda de los gobiernos, resignados a sufrir así por el tiempo que les quede de vida, nos parte el alma de dolor.
Es el caso de Ian Russell, de 67 años, quien padece artritis, diabetes, angina de pecho y un cáncer agresivo que le ha ocasionado úlceras dolorosas en su piel y ha necesitado someterse a procedimientos quirúrgicos para extraer tumores de su cuello.
Ian suplica ayuda pero nadie parece escucharlo
Pero aún en estas condiciones, él se ha visto en la necesidad de dormir desde el pasado mes de marzo en su coche junto a sus tres perros. Los asientos de su vehículo Ford Mondeo se han convertido en su casa.
Hasta las visitas domiciliarias del personal médico que lo atiende tienen lugar donde está estacionado su coche.
Una enfermera lo visita todos los días para tratar sus dolorosas úlceras.
Resulta que Ian actualmente está en una lista de espera para conseguir una vivienda social, pero hasta que no llegue ese día, su hogar es su coche.
Es el último de la lista porque no tiene forma de demostrar que no tiene hogar.
Estuvo casado 14 años y a causa de su divorcio perdió todos sus bienes y viajó hasta St. Neots de Ayershire, en Escocia, para estar más cerca de su hermana Patricia.
Pero ella lamentablemente no puede ofrecerle un lugar para dormir porque rompería los términos que establece la ley sobre tener derecho a una vivienda social.
Su situación es desesperante y nos llena de impotencia, el coche desprende fuertes olores y tiene que cambiar las vendas de sus llagas todos los días.
«Nadie tiene la intención de llegar a ser una persona sin hogar, pero a mí me ha pasado”, exclama Ian.
Ya son seis meses los que han transcurrido desde que Ian lucha contra tan dura enfermedad sin vivir en las condiciones apropiadas. No quiere abandonar a sus tres amigos peludos; son los mejores amigos fieles que tiene y viven con él bajo el techo de su coche en medio del dolor y la soledad.
Los únicos amigos fieles en los más duros momentos han sido sus perros
Vive de su pensión y su beneficio por discapacidad. Contó a loas medios que el médico le advirtió de que se le podía formar un coágulo de sangre.
Aunque alimentar a sus tres perros, Trouble, Stretch y Gabby, le está costando una cuarta parte de sus ingresos, insiste en que nunca podría dejarlos atrás.
«No puedo simplemente dejarlos. Los he tenido durante más de una década y sé que serán tirados a la basura si los dejo ir», concluye este devastado hombre que suplica ayuda.
Esperamos de todo corazón que su caso pueda resolverse cuanto antes y que pronto tenga un cálido hogar para él y para sus tres amigos caninos. Ian está dando un gran ejemplo de lealtad heroica.