El acusado de matar a un perro a patadas en la calle Rualsal de Santander, Sergio F.A., de 29 años, había negado los hechos, afirmando que «en ningún caso» quiso hacer daño al perro Blas, «Soy un amante de los animales».
La organización protectora El Refugio solicitó pena de prisión con la posibilidad de que se convirtieran en trabajos en beneficio de la comunidad; sin embargo, la defensa pidió su libre absolución pues, según su abogado, no quedó acreditado la intención de matar al animal por parte de su defendido.
Blas, de raza Pastor Catalán, tenía 25 kilos de peso y murió a consecuencia de las patadas que le propinó el joven, quien tiene antecedentes penales por lesiones y daños.
Según la dueña de Blas, Marta Francisca H.S., que ejerció la acusación particular, los hechos sucedieron el 28 de abril de 2014, cuando sobre las 20.00 horas salió de su domicilio a realizar unas compras en un supermercado de calle de Rualasal 21 y dejó a su perro junto a la puerta de entrada del establecimiento, tumbado, sin amarrar pero con un bozal puesto, pues, según ha dicho, era tranquilo y nada agresivo.
Cuando se encontraba esperando en la cola de la caja, escuchó un murmullo procedente de la calle y vio que entraba en la tienda una señora muy asustada y un grupo numeroso de personas mirando hacia el garaje del edificio de Caja Cantabria. Entonces salió y vio que un joven tenía a su perro «acorralado» y lo estaba «pateando». La dueña le vio dar dos patadas «fuertes en el abdomen», en el costado izquierdo. El animal consiguió escapar, caminó dos o tres metros y cayó al suelo con convulsiones. Allí murió.
La mujer no llamó a la policía porque «no quería ni denunciar» los hechos, solo llevarse a su perro, porque estaba «en estado de shock», según ella misma ha dicho. También ha recordado que el joven le exigió la documentación del perro y dijo que iba a llamar a la Policía. «Eso me decía la gente, que esperara a la policía», ha rememorado la dueña.
Por su parte, Sergio sostuvo que cuando, en compañía de su novia, iba pasando con su perro, un Shar Pei llamado Golfo, el otro perro atacó al suyo y le mordió y él les intentó separar con la mano. Cuando lo consiguió, Blas vino hacia él «a morderme» y entonces él puso «el pie» para evitarlo.
Quien finalmente avisó a la policía fue un testigo, que ha asegurado que vio a Sergio «pateando» a los dos perros que estaban «enzarzados» y que, tras separarse, le vio dar patadas a Blas en la zona del pecho. Según este testigo, el perro estaba «solo», «indefenso» y «no atacaba» cuando el hombre lo pateó.
La juez del Juzgado de lo penal nº 3 de Santander ha condenado a Sergio a la pena de ocho meses de prisión con inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales, durante el plazo de dos años.
También deberá indemnizar a Marta H. S. con la cantidad de 1.500 euros por el valor de su perro, y con 2.500 euros por daños morales, así como el abono de las costas procesales causadas, incluidas las de la acusación particular y popular.
Este es un caso de que los animales pueden ser defendidos ante la crueldad de algunos humanos. Un logro a favor de los defensores de los derechos de animales.
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