La unidad central operativa medioambiental del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil realizó la operación contra una red fraudulenta de carne de caballo llamada Operación Gazel. Gracias a ella se han realizado 65 detenciones hasta el momento, entre ellos se encuentran algunos empresarios, funcionarios y veterinarios.
El entramado dirigido presuntamente por el ciudadano holandés Jan Fasen, se dedicaba a vender carne de caballo no apta para el consumo humano. Los beneficios de esta red fraudulenta ascienden a 20 millones de euros.
En los primeros análisis realizados se han detectado algunos antibióticos, que no están permitidos en la carne para consumo humano, para conocer el alcance exacto y el riesgo para la salud humana habrá que esperar a los informes periciales de la Agencia española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición.
En junio del año pasado arrancó esta operación y se localizó a Fasen en Calpe. El empresario holandés manejaba todo el complejo desde la sombra, interponiendo a sus hombres de confianza en cada uno de los territorios en los que estaba presente este entramado.
A los dos detenidos se les imputan delitos contra la salud pública, blanqueo de capitales, falsedad documental y pertenencia a grupo criminal. A Fasen lo detuvo la policía de Bélgica, ya que cuando se desarrolló el grueso de la operación en abril se encontraba allí de viaje. Fue puesto a disposición del juzgado de Ponferrada, que lo envió a prisión tras tomar su declaración.
En los últimos tiempos ha salido mucho ganado caballar de Asturias con destino a regiones del Levante, donde son engordados antes de ser sacrificados.
También han quedado registrados los mataderos de Toreno y Astorga, en León, así como instalaciones en las localidades de Villarramiel (Palencia) y Palencia capital. En estas instalaciones se sacrifican caballos para la elaboración de la cecina que luego se comercializa por todo el país.
En la investigación también participó Europol, ya que sospechaban que la carne era utilizada para la elaboración de ciertos productos que posteriormente se vendían en el extranjero. «La carne de caballo tiene un consumo minoritario. La mayoría de esta carne se vende fuera de España», ha explicado Manuel Rodríguez Sánchez, catedrático de veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
La documentación de los equinos era falsificada para que pudiera venderse su carne para el consumo humano. Tres mataderos (en Astorga, Toreno y Segovia) se encargaban del sacrificio de los animales.
Tras el sacrificio, los animales eran trasladados a una empresa de Toledo, donde se despiezaban y preparaban para la exportación.
Aunque algunas partidas de carne acabaron vendiéndose en España, el resto acabó en Bélgica e Italia. En la operación han colaborado las autoridades de Francia, Portugal, Bélgica, Italia, Rumanía, Suiza, Holanda y Reino Unido.
Es importante que este tipo de tráfico con la cerna de los animales termine, en otros países utilizan la carne de perro para alimentar a personas cono Vietnam, China, etc. Los animales no deberían pasar por tanto sufrimiento con el fin de alimentar al ser humano.
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