Todos sabemos de lo que se trata la cadena alimenticia: la lucha del más fuerte contra el más débil, en la que a veces se gana y a veces se pierde. En el día a día, pasan cosas que no llegamos a imaginar en el mundo animal, pero a veces la naturaleza nos revela alguno de sus secretos, como ocurrió en una playa de Florida. Una niña se encontraba jugando en la arena y vio cómo una gaviota arrojaba junto a ella algo que parecía ser un ganchito o alguna golosina color naranja.
La niña lo tomó y se lo mostró a su madre quien rápidamente lo identificó como un caballito de mar.
Y juntas lo llevaron hasta Clearwater Marine Aquarium (CMA), un grupo de rescate voluntario. Resultó ser una hembra y ellos presumen que por su intenso color naranja vivía en los arrecifes junto a las esponjas marinas, recordemos que los caballitos de mar tienen la capacidad de adquirir el color que más predomine en su entorno.
Esto lo hacen como mecanismo de defensa, una característica similar a la de los camaleones.
El grupo de rescate presume que el arrecife donde vivía estaba cerca de la playa y que un fuerte oleaje pudo haberlo arrastrado hasta el lugar donde la gaviota lo atrapó.
Las gaviotas suelen desechar a los caballitos de mar.
“Si los atrapan es porque los confunden con otros peces, pero su esqueleto externo no permite que las gaviotas se puedan alimentar de ellos, la mayoría de las veces los sueltan en la arena dejándoles pocas probabilidades de sobrevivir”, comentó Don Stansell, un biólogo marino de CMA.
Estamos seguros de que eso fue lo que ocurrió con Cheeto, como lo llamaron por su color y su forma.
“Es sorprendente que después de todo lo que pasó, continuara con vida, así que pusimos una cámara de monitoreo frente a su pecera para evaluar constantemente su evolución y admito que me obsesioné con la transmisión”, agregó Don.
“Una semana después pudimos ver cómo picaba algunas plantas y fue inevitable alegrarnos hasta aplaudir”, dijo Bill Potts de CMA.
Además, comenzó a cambiar su color, se hizo de un amarillo brillante coincidiendo con su nuevo entorno, esto era una gran señal, al parecer no tenía ningún problema médico después de todo, solo la experiencia traumática que lo había dejado bastante deprimido.
Don decidió que no había razón alguna para que siguiera viviendo en una pecera y que podría ser liberado nuevamente al mar.
Lo hicieron un día soleado en una zona donde suelen vivir otros caballitos de mar, así que Don entró al agua junto a Cheeto y su pecera y luego lo dejó ir, fue un momento muy emotivo pero inspirador también. “Si hicimos esto por un caballito de mar imaginen lo que somos capaces de hacer por una tortuga marina”, concluyó el biólogo.
Hoy recuerdan el episodio como una aventura increíble entre risas y chistes pero definitivamente fue una labor heroica. Cada ser vivo merece una segunda oportunidad y sabemos que Cheeto está feliz de poder estar en su entorno natural. Clearwater Marine Aquarium es una organización sin fines de lucro, si deseas ayudarlos a rescatar a muchos más animales puedes hacerlo desde aquí.
Comparte la increíble e inspiradora historia de Cheeto con todos tus amigos y más personas aprenderán sobre la labor de CMA.