Algunos perros son amados y mimados por sus familias, otros no corren con esta suerte y tienen vidas un poco más difíciles, el cachorro de nuestra historia no tuvo la oportunidad de crecer como un cachorro normal, pues con apenas tres meses fue trasladada a una instalación de pruebas de animales en Hungría, donde viviría dentro de una jaula y se utilizaría en experimentos de laboratorio.
Un lugar donde ni siquiera se le fue asignado un nombre, ahí simplemente se le marcó con un número dentro de su oreja. Se sabe muy poco del trato que recibió en ese lugar, pero muy pocos pueden llegar a pensar que era tratada con dignidad.
Keith, fundador y director del Beagle Freedom Project (BFP), cree que la perrita habría sido utilizada para una serie de pruebas dentro de las instalaciones de pruebas a animales.
Estos lugares se presentan a ellos mismos como buenos y que no lastiman a los animales, prefieren mostrarse ante la sociedad como un cuadro bonito, pero pocos conocen la verdad de lo que ocurre en este tipo de instalaciones.
“Sin embargo, sabemos que esta instalación es un laboratorio de investigación por contrato, lo que significa que son contratados por otras compañías para probar cosas específicas, y prueban todo, desde fármacos hasta dispositivos médicos, productos químicos y cosméticos, así como realizar horribles pruebas de inhalación«, dijo Keith.
En 2016 la BFP logró rescatar a esta cachorra y la nombraron Bea, la perrita era sumamente tímida y se asustaba por cualquier cosa, se la veía exhausta y le atemorizaba desde un automóvil hasta una bolsa de basura.
Bea presentaba un tono muscular muy escaso, además era bastante torpe en las tareas más simples de un perro como beber agua de un tazón, se cree que esto sucedió por permanecer encerrada en una jaula pequeña por mucho tiempo.
«Solíamos tener que darle el agua a mano cuando llegó por primera vez a casa, ya que no tenía ni idea de lo que era un tazón de agua», dijo Tina Lobel, la mujer que adoptó Bea.
Bea tuvo mucha suerte en encontrar a Lobel, ella se encargó completamente del cuidado de la cachorra, la alimentó de manera cuidadosa, la llevó a sesiones de hidroterapia para fortalecer sus músculos.
Ella en compañía de sus otros perros Rufus y Chip, se encargaron de cuidar y tranquilizar a la asustadiza Bea.
«Rufus y Chip han sido fantásticos con ella y le enseñaron cosas que yo no podía», dijo Lobel.
«Pronto aprendió a no saltar y que sacar la comida directamente de la boca de de los demás no estaba bien, todavía está aprendiendo algunos modales de juego, ya que puede ser muy ruda y tengo que intervenir a veces”.
Rufus, el labrador se convirtió en un gran aliado para Bea, él la apoya y le enseña muchas cosas; sin embargo, para Bea no todos los días son buenos.
«A veces simplemente pasas por ella haciendo lo que sea que estás haciendo y ella se encoge», dijo Lobel. «Todavía no sé por qué, pero me da ganas de llorar cuando lo hace».
Afortunadamente para Bea, sus días malos cada vez son menos. «Bea es mucho más feliz, más confiada y más cariñosa, y estoy segura de que seguirá creciendo«, dijo Lobel.
«Ella es también mucho más fuerte, ya que ahora tiene músculos, lo que no tenía antes. Su amor por la comida también significa que ahora descaradamente implora por ella».
Bea tuvo un cambio de vida completamente radical, ahora es una cachorra muy feliz con una familia que la ama.
Ella adora pasar el rato acurrucándose con su ama, pero también ama jugar e ir de cacería de pelotas con sus hermanos Rufus y Chip.
El cambio en el destino de Bea es muy gratificante, este mundo sería un lugar mejor si mas animales desafortunados corrieran con la suerte de ser ayudados como esta amiguita.
Ahora Bea tiene una familia humana y perruna con quienes pueden ser feliz; ahora, poco a poco irá aprendiendo lo que es tener una vida de verdad.
Si deseas adoptar un perro como Bea, debes ponerte en contacto con Beagle Freedom Project. También puedes ayudar a ex perros de laboratorio haciendo una donación.
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