Los amigos peludos saben como agradecer el amor que reciben, tienen un corazón inmenso para aquellos que los cuidan. Su lealtad es incondicional.
Rufo es un perro cruce de mastín y pastor alemán que apareció en Oviedo en el año 1988. Durante dos décadas formó parte del paisaje de la cuidad y dejó una huella muy profunda en los corazones de las personas que lo conocieron.
¡Son muchas las anécdotas que se conocen de este maravilloso canino!… Cuando llegó a Oviedo era casi un cachorro.
Recuerdan sus habitantes que después de una pelea con otro perro en el Campo San Francisco fue puesto en cuarentena y en ese momento conoció al presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Oviedo, Froilán Neira.
Rufo era un perro excepcional, le encantaba estar con la gente, siempre se presentaba en los lugares donde había una concentración de personas. Difícilmente se podrá encontrar un retrato histórico de la cuidad donde no aparezca él.
Siempre estaba presente en las manifestaciones, reuniones, juegos, foros, fiestas, ceremonias,… hasta se coló en una foto institucional del segundo Gobierno de Pedro de Silva. Acompañaba a la gente al teatro y los sábados iba de movida al Rosal.
Siempre estaba entre la multitud, todavía hoy la gente lo recuerda viendo al Real Oviedo en su mejor época.
Este adorable y social perro se movía por el centro de la ciudad como si fuera su casa, de hecho era conocido como el perro de todos.
Su dueño era la ciudad de Oviedo porque supo como ganarse el cariño de todos. Vivía en la calle protegido, cuidado y alimentado por todos los ovetenses, quienes se encargaban de darle amor y atención.
El Ayuntamiento era el responsable de sus vacunas, limpieza, baños y desparasitarlo.
Era un perro que nació para vivir en libertad. Una vez fue capturado y llevado a la perrera municipal y en vista de la gran molestia y revuelo de los ovetenses fue puesto nuevamente en libertad.
En el año 1988, Mª Pilar Díaz Cañedo escribió un cuento que giraba en torno a Rufo. Años más tarde su esposo, Rafael García Sánchez, director del grupo de teatro Talía-Astur, utilizó ese relato como base para llevar al perro a la gran pantalla bajo el título de “Buscando a Rufo”.
Cuando el perro ya se hizo mayor solicitaron al alcalde de Oviedo de ese momento, Gabino de Lorenzo, la posibilidad de llevarlo a un albergue y allí pasó los últimos años de su vida.
Se desconoce la edad precisa que tenía cuando murió, fue el 21 de septiembre de 1997. «Fue la noche de San Mateo. Estábamos en el albergue dos personas porque los perros suelen alborotarse con los fuegos. Se puso muy malito y nos lo llevamos de urgencia a la clínica. Pero todo estaba colapsado, no podíamos pasar”, comenta Froilán . Horas después moría el perro de todos los ovetenses por una fallo renal.
Son muchos los habitantes que después de años siguen echando de menos la alegría y la compañía que Rufo regalaba.
Esta ciudad recogió firmas para respaldar la solicitud al ayuntamiento de Oviedo para que fuese recordado como ese compañero fiel y leal de todos.
Como un homenaje póstumo, más de 4.700 firmas apoyaron la solicitud al Ayuntamiento de Oviedo para que se realizara una estatua para «Rufo», como reconocimiento también a todos los animales callejeros.
Se puede decir que es una misión cumplida… ¡Rufo ya tiene su estatua en la cuidad que lo acogió, cuidó y amó como la mascota de todos!
Comparte esta historia tan especial. La presencia de este perro siempre será recordada con la huella del amor en los corazones de los habitantes de Oviedo.