Un rasgo distintivo para saber que un perro está feliz es sin duda ver su cola moviéndose de un lado a otro sin parar, el protagonista de esta historia, un perrito llamado Harley no podía expresar su alegría de esta forma.
Tal vez no podía mover su cola y nadie lo quería adoptar, pero se mantuvo la esperanza de que aparecería la familia ideal, bastaba con su mirada para comprender que tiene en su corazón todo el entusiasmo de ser un perrito como cualquier otro a pesar de su condición.
Harley fue uno de los bebés que dio a luz Simona, una perrita que estaba entre cientos de perros enfermos que fueron traídos a Canadá este año, rescatados de un refugio de Israel que estaba en deplorables condiciones. Sus rescatadores no sabían que estaba embarazada.
«Fue un milagro que Simona no haya dado a luz a sus cachorros mientras estaba en Israel, ya que probablemente no habrían sobrevivido,» dijo Clare Forndran del centro de rescate «Dog Tales»
Mientras su hermana Stella fue adoptada rápidamente, nadie estaba interesado en Harley, no se sentían capaces de tenerlo como un miembro más de su familia. «Sabíamos que iba a necesitar una casa muy especial,» comentó Forndran.
Este dulce perrito nació con un defecto en su espina dorsal que le impedía controlar su cola, no era candidato para cirugía correctiva y necesitaría una silla de ruedas para poder experimentar todo lo que quería hacer como cualquier perro.
El personal del refugio y los voluntarios estaban encantados con el corazón valiente de este pequeño y siempre decían que podía menear la cola con sus ojos.
La silla de ruedas tardó algún tiempo en llegar al refugio, pero la esperanza y paciencia era algo que corría por las venas de Harley, lo heredó de su madre.
Y la mejor recompensa para Harley llegó a su vida cuando recibió la visita de Jill Peters.
Jill leyó su historia y sintió una conexión con este perrito, sabía los retos a los que se enfrentaba pero la condición de Harley no la asustó, lo vio como un ser muy especial que estaba destinado a entrar en su vida.
«Ella sintió que entendía exactamente qué era lo que necesitaba Harley, y sería capaz de proporcionar todo eso, y mucho más», añadió Forndran.
Supieron que Jill y su familia eran las personas indicadas ya que cada vez que lo visitaban el rostro de Harley se iluminaba, sabíamos que habría estado moviendo su cola sin parar si pudiera hacerlo.
Para el personal del refugio fue difícil decirle adiós, pero están muy orgullosos que Harley pueda comenzar una nueva etapa de su vida al lado de la familia perfecta para él.
Comparte esta bellísima historia en la que el ser humano pone de manifiesto su grandeza para cambiar por completo el destino de este y otros tantos perritos sin importar su condición tienen el mismo derecho a la felicidad y seguridad de un hogar.