El turista viaja por muchas razones entre ellas la de ejercer su pleno derecho a la recreación, descanso, simplemente para salir de la rutina, compartir en familia, celebrar alguna ocasión especial, conocer distintas culturas.
Cuando deciden pasar vacaciones en Asia y África, no pueden dejar pasar la oportunidad de vivir una de las aventuras que le hace ilusión y es poder ver de cerca a los elefantes, son animales increíbles y no cabe duda de que en algunos casos pagan por tener una experiencia con ellos porque su amor es verdadero.
Muchos viajeros que han paseado en elefante han comentado que no sabían que cometían un error y previenen a otros de no hacer la misma “turistada” han decidido contar su experiencia y están más atentos para hacer turismo de manera responsable.
Ningún elefante trabaja para la industria del turismo de forma voluntaria, si el turista supiera que detrás de todo esto se esconde un supuesto e infame amor por estos emblemáticos animales, difícilmente podría subirse a uno para dar un paseo, o ver como los ponen a hacer cosas que nada tiene que ver con su naturaleza como pintar cuadros, hacer malabares o participar en carreras.
Lo que desconocen es el precio que tiene que pagar cada elefante es la violencia oculta e irrespeto por la vida de estos seres que están siendo explotados y aprovecharse de la buena intención de las personas al hacerles creer que los elefantes tienen el bienestar asegurado. ¡Son actos de bondad disfrazados!
Desgraciadamente hay elefantes que cerraron sus ojos para siempre, fallecieron por el estrés y cansancio después de cumplir duras jornadas, al ser obligados a pasear turistas cargándolos en su espalda.
Noticias como la muerte del elefante que murió en mayo de 2015 y Sambo que se derrumbó en el camino en abril del 2016, nos llenan de tristeza, encontrar la forma de que estas muertes no hayan sido en vano y resarcir la vida de todos los compañeros de su especie es un compromiso humano.
Y no son eventos aislados. La población de elefantes cautivos en Dak Lak, en Vietnam ha disminuido rápidamente, están muriendo por el exceso de trabajo e insuficiente alimentación, quedan aproximadamente 43 animales, infértiles.
Algunos son considerados demasiado viejos, son largas jornadas paseando todo el día a turistas y después son llevados al bosque en la noche, sin poder liberarse de sus opresores. Según informe de prensa en la provincia de Dak Lak, un funcionario ha sugerido la compra de elefantes de Tailandia para promover el turismo, «Va a mantener la población de elefantes domesticados y la identidad de Buon Don».
¿Cómo logran que los elefantes sean sumisos?
El método utilizado para “aplastar su espíritu” es brutal, consiste en aplicar repetitivamente tortura hasta que se doblegue su voluntad. Las crías se encierran en corrales impidiendo su movimiento, amarrados y encadenados reciben golpes con palos y ganchos puntiagudos, privándolos de agua, comida y descanso.
Van traumando y agotando a este ser hasta que deje de resistirse. Puedes hacer clic aquí para ver un vídeo que muestra cómo se lleva a cabo este procedimiento. Las emociones son difíciles de contener.
Esto no se detiene para que haga lo que se le exige. Su manejador o “Mahout” establece una relación de amo y esclavo, solo obedece porque ha logrado instalar el temor.
Algo que se puede observar a simple vista son los ganchos metálicos, que usan en partes muy sensibles de la piel causando un severo dolor y heridas que dejan cicatrices imborrables, aunque digan que solo lo apoyan y no se los clavan. Con esto ejercen control y los presionan. Presta atención que la mayoría de los “Mahout” lleva a su elefante agarrado por la oreja, se valen de clavos que tienen en sus manos para pincharlos.
Las cadenas producen lesiones, ¡A quién le gusta llevarlas encima! Sufren deshidratación, abscesos, por lo general tienen que recorrer caminos muy transitados y calles de superficies duras y calientes que estropean las almohadillas de sus pies y los agrietan, soportando como los cauchos de un vehículo.
Afectando sus articulaciones no solo por el peso y pérdida de amortiguación en sus patas, perjudicándolos cuando les dejan inclusive las sillas encima hasta para descansar teniendo que mantener posturas incomodas a su fisionomía.
Es un animal fuerte y enorme, pero su espalda no está diseñada para soportar más peso que el de su propio cuerpo, su columna es frágil y se lesiona, sin importar el modelo de la silla, el roce de las cuerdas raspan constantemente la piel.
La formación de los “Mahout” es una tradición milenaria que debería cambiar y frenar el abuso dirigido hacia este animal, educar para que se alejen de este método cruel en su relación con el elefante que ya está en cautiverio.
«Un mahout puede mejorar o privar al bienestar de los elefantes en su cuidado», dijo oportunamente Geeta Seshamani, co-fundador de la organización Wildlife SOS, «si han sido parte del problema también tienen que ser parte de la solución”.
La organización también ha puesto en marcha el Proyecto de Bienestar de los elefantes en cautividad, que trata de brindar atención veterinaria a los elefantes solitarios, heridos y deshidratados en las calles y convencer a sus cornacas a buscar otras alternativas de vida sustentable y asegurar que estos animales se puedan quedar en el bosque donde pertenecen y poner fin al tráfico de elefantes salvajes.
El tráfico de estos animales representa un problema, en Tailandia los pocos que quedan en estado salvaje están protegidos por la ley de 1992 (WARPA) que establece sanciones si alguien es sorprendido por matar a un elefante, pero una vez que entran al sistema de animales en cautiverio están amparados por la ley de tracción animal de 1939 y se consideran como ganado.
Vietnam tiene un menor número de elefantes cautivos en comparación con otras naciones como India, Sri Lanka, Camboya, Laos, Indonesia y Tailandia; destinos turísticos para interactuar con elefantes. A nivel mundial hay un estimado de 38.000 a 50.000 elefantes asiáticos, considerados como una especie en peligro de extinción según la lista roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), muchos de los cuales viven en cautiverio.
En 2010, la Organización Mundial De Protección Animal reveló que en Tailandia la mayoría de los elefantes en cautiverio se usan actividades relacionadas con el turismo, más de la mitad están en condiciones terribles y sin atención médica.
Están severamente destrozados emocionalmente y lastimados físicamente, desde el momento que los capturan, cavan fosas y los hacen caer en las trampas, caídas que a menudo resultan en lesiones graves. Las madres son extremadamente protectoras por lo que es difícil para los cazadores capturar a las crías, usan armas para asesinar fácilmente a la madre y varios miembros de la manada, luego son negociados.
Según los informes de la organización Elephant Family, cada año son capturados entre 50 y 100 crías de elefantes que viven en estado salvaje en Birmania, por cada cría asesinan hasta cinco elefantes de su familia para quitarle a sus bebés, que son llevados clandestinamente a Tailandia y vendidos a varios campamentos y falsos orfanatos.
Muchos no resisten el dolor emocional y físico, los que sobreviven quedan con una huella imborrable. La población de elefantes en estado salvaje disminuye dramáticamente, se estima que en Birmania tan solo cuenta con 5000 y podría desaparecer del todo en menos de diez años.
Llevan la huella imborrable de falta de humanidad al caer en manos de personas que son capaces de producir tanto daño. ¿Para qué? Para ser vejados y hacerlos aguantar tanto que en ocasiones reaccionan de la misma forma que han sido tratados para escapar, entonces ellos son los asesinos.
¿Qué se puede hacer?
Creo que el turista lo menos que desearía es seguir manteniendo la herida abierta de un elefante. Es inconcebible que el animal le sirva al hombre de esta forma. Sufre mucho en silencio, a cada paso lleva en su mente el recuerdo de la tragedia que le ha tocado vivir.
!Seguir mostrando repudio por algo que es inaceptable!, negarse a participar en cualquier actividad que vaya en contra de la naturaleza del animal, hacer turismo responsable.
Estar atento a los falsos orfanatos y santuarios, denunciar al organismo competente cualquier irregularidad, no a las cadenas, ganchos, látigos, jaulas, falta de comida y agua, nada de espectáculos, conviértete en un defensor de su bienestar e infórmate bien sobre la calidad de vida de estos animales y como influyes en ella cuando te dispones a viajar.
A raíz de las investigaciones y las críticas, algunas compañías de viajes como Intrepid Travel, han omitido de sus itinerarios los paseos con elefantes, como resultado “de los 250.000 viajeros que promedian al año, 2500 ya no participaran en estos paseos” según Wolters cristianos, subdirector general. En los últimos años más de 100 agencias de viajes en todo el mundo se han comprometido para no promover lugares que ofrecen estos paseos a sus clientes, la lista la tienes aquí
El Campamento Jabulani en Hoedspruit (Sudáfrica), ha anunciado a través de una nota de prensa que a partir del abril del 2017 dejará de ofrecer excursiones con elefantes a sus clientes, en su lugar permitirá avistamientos en el entorno natural.
El repudio de la gente está haciendo mella en esta práctica, falta mucho camino por recorrer.
Protección de Animales está solicitando actualmente que la compañía TriAdvisor, la cual tiene un numero importante de visitantes por mes de un paso adelante y también se una a esta causa. Hasta ahora más de medio millón de personas han firmado la petición.
No dejar morir la esperanza de estos elefantes para que brille una nueva luz de vida es responsabilidad de todos. ¡Qué esperas para compartirlo un elefante espera que lo dejen de montar hoy mismo si es posible!