Es teniente, se llama Andrey Pinzón Trujillo y tiene un peludo compañero que adoptó y llamó Beto. Lo rescató de la calle y desde que entró en su vida, lo inspiró a salir a rescatar a otros perros callejeros.
En sus declaraciones a BBC, comentó que estaba haciendo junto a sus compañeros una campaña de desparasitación de perros en una de las zonas más peligrosas de Bogotá, conocida como el Bronx.
Justamente cuando conoció a Beto estaba pensando en comprarse un perro de raza, pero no dudó en adoptarlo a pesar de que estaba en muy malas condiciones de salud y con desnutrición severa.
Beto tenía mucho miedo y estaba tembloroso cuando los humanos se acercaban.
Pero gracias a su rescate, la vida de Beto cambió para siempre. Sus días se convirtieron en momentos de alegría y nunca se separa de su amo.
Pero la vida de Andrey también cambió porque esta experiencia lo motivó a ser el héroe de muchos perritos.
Pidió ayuda de sus compañeros y gustosamente varios aceptaron unirse a esa gran labor.
No es parte de su oficio, así que después de hacer su trabajo habitual en zonas rurales, terminan la jornada y un día a la semana salen a alimentar y cuidar a los cachorritos que están en la calle.
No estaban seguros de si eso molestaría en algo a sus superiores, así que cuando sus jefes se enteraron y los contactaron, temieron las consecuencias.
Pero sorpresivamente, el departamento de Policía los llamó para prestarles todo su apoyo con un vehículo policial. Ellos por su parte, con su propio dinero, adquieren los alimentos y los medicamentos necesarios para atender a los animales.
Generalmente los jueves, cuando cae la noche, entre cinco y seis policías salen a las calles de diferentes zonas de Bogotá y sus alrededores para alimentar y cuidar a los animales de la calle.
Muchos días están hasta pasada la media noche y Beto siempre los acompaña.
Durante una noche BBC Mundo los acompañó y Beto estuvo tranquilo entre los demás perros aunque a veces, según Andrey, tiene algún roce con otro perro macho de la calle, pero nada fuera de lo normal.
Ese día recorrieron calles de Cajicá, un municipio cercano a Bogotá. Es una zona menos urbana donde el campo empieza a prevalecer.
Fue una experiencia grandiosa para ellos ver còmo varios perros que deambulaban por ahí comenzaron a acercarse para recibir comida y por supuesto caricias y gestos de cariño.
La historia de este policía y del equipo que le acompaña es inspiradora para todos, de alguna forma siempre podemos ayudar a muchos animalitos que viven en condiciones muy duras.
Un pequeño gesto les puede cambiar la vida.
¡Solo con compartir esta historia podemos hacer un cambio en la visión de todos! Tal vez en tu grupo de amigos puede surgir un grupo de ayuda para cachorritos de la calle.