Un perrito residente en un refugio para animales recibió una ovación de despedida después de que, finalmente, fuera adoptado por una amorosa familia a quien no le importó su condición.
El residente más antiguo del refugio salió por la “puerta grande” con destino hacia su nuevo hogar
Como todos sabemos, el objetivo esencial de todos centros de rescate de animales callejeros es poder brindarles una segunda oportunidad. Recuperarlos, rehabilitarlos y darles seguridad es el motor de todos los voluntarios.
Sin embargo, tal como en el caso de este perrito llamado Big Mac, no todos corren con la suerte de ser llevados hacia un mejor porvenir. No todos viven al lado de personas que realmente les den su verdadero lugar en el universo.
Cuando Big Mac llegó al refugio McKamey Animal Center, ubicado en Chattanooga, Tennessee, Estados Unidos, su comportamiento era inusual. Todo indicaba que le tomaría tiempo poder encontrar una familia.
A pesar de que se trataba de un perro de gran tamaño, se mostraba muy receloso ante la presencia de personas desconocidas. Al principio le costó un mundo adaptarse correctamente a su entorno en el refugio.
“No estamos realmente seguros de cómo era su vida antes de venir a nosotros, pero era muy evidente que no confiaba en las personas tan fácilmente”, comentaron portavoces de McKamey Animal Center.
En vista de la situación y con tal de ganar su confianza, una voluntaria de nombre Lauren se abocó a cuidarlo. La mujer le daba golosinas para que saliera de su perrera para poder acercarse a él.
La historia de Big Mac es una lamentablemente muy repetida. Su antiguo responsable decidió que no tenía tiempo para él y lo entregó en el mes de diciembre del año pasado. Desde ese momento, pasó a convertirse en miembro del refugio.
Resultaba evidente para todos que el perrito necesitaba a una persona paciente y cariñosa que pudiera demostrarle amor. Sentir que, en verdad, no todos los humanos somos y pensamos igual.
Y así, en vista de que nadie se acercaba para adoptarlo, Big Mac se estaba quedando solo. De hecho, se convirtió en el residente más antiguo del refugio en Tennessee.
Por fortuna, su clamor silencioso por una nueva oportunidad fue escuchado. Después de vivir por más 260 días en el refugio ocurrió un milagro. Uno que, por cierto, ya nadie esperaba: Big Mac pudo por fin encontrar un hogar para siempre.
Una compañera de Lauren aceptó acogerlo en su casa y después de unos días se enamoró perdidamente del tímido perrito. Realizó los trámites pertinentes y ahora el orejudo es parte de una nueva familia.
“Cuando mi compañera de trabajo se lo llevó para cuidarlo, dijo que la primera noche durmió 12 horas seguidas”, dijo Lauren.
Realmente, el tierno animal recobró la confianza en la gente, tanto que se puso a jugar con otro compañero perro y residente. E incluso invitó a jugar a los gatos de la casa.
Pero, lo más hermoso de esta historia fue el gesto que tuvieron los rescatistas con el perro antes de que este abandonase las instalaciones. Lauren y su equipo le rindieron una ovación.
El perrito cruzó el umbral entre aquella gran ovación plagada de gritos de felicidad y de aplausos. Todo con tal de celebrar por todo lo alto el emotivo momento de su esperada adopción.
Todo el personal se apostó en la entrada principal brindándole unas merecidas fanfarrias de despedida al can. Todos estaban felices, pues, después de tanto tiempo, Big Mac finalmente iba camino a la vida que tanto mereció tener.
Por fin podrá ser feliz
Desde que llegó a su nuevo hogar, su nuevo hermano perro decidió tomarlo bajo su protección, e incluso le enseñó a creer de nuevo en el amor de los humanos. Cada vez que Big Mac se asusta, él lo tranquiliza. Ahora está con su verdadera familia.
Son historias que nos encanta reseñar. Adoptar un perro es, sin duda, el más precioso y loable acto de amor hacia los animales. Significa, nada más y nada menos, devolver la dignidad a quien tuvo la desdicha de ser dejado a su suerte.