En algún momento fueron queridas y, más tarde, dejadas a su suerte. Pocos sabemos que el gato o la gata que se nos cruza en el callejón y nos observa inmóvil es un animal doméstico. Pudo haber salido por cuenta propia de un cálido hogar o ser lanzado de él.
Si son lanzados a la calle, desde ese momento se convierten en criaturas salvajes, que deben luchar por su vida, más aún si están esperando cachorros. Un buen ejemplo de ello es la historia de una gatita quien merodeaba en busca de comida para ella y sus mininos por nacer. Estaba sola y embarazada.
La atigrada deambulaba en el más absoluto desamparo por las calles de Estambul, Turquía, buscando afanosamente un sitio seguro donde poder traer al mundo a su camada de gatitos.
Y así llegó hasta un edificio de apartamentos donde ocurrió el alumbramiento. Sin embargo, por desgracia, los vecinos no los dejaron quedarse y fueron echados cruelmente a la calle.
No obstante, hubo alguien quien sí se preocupó de que fuesen llevados a un albergue o, peor aún, dejados solos al descampado. No lo pensó dos veces y contactó a una rescatista de animales de nombre Ahsen, para ver si podía ayudarlo acogiendo a los gatitos y a su madre. Ahsen aceptó encantada.
«Cuando me contactaron, dije, ‘tráemelos’ antes de que tuviera la oportunidad de ver una foto», compartió Ahsen.
Gracias a la buena voluntad y el amor por los animales de Ahsen, hoy en día, luego vivir en la calle durante casi tres años, la nueva madre felina atigrada finalmente tuvo un techo seguro para ella y sus bebés.
Ahsen, quien ya convivía con varios gatitos más, se preparó para la llegada de sus nuevos mejores amigos, e instaló un cómodo nido para la pequeña familia en su garaje.
La mamá gata ronroneaba de alegría, estirando las patas relajada y descansada al fin, mientras se acomodaba suavemente en su nueva y mullida camita donde amamantaba a sus pequeños, de los cuales, lamentablemente, uno no logró sobrevivir.
El verdor en los ojos de la gata hizo que Ahsen la bautizase con el nombre de Zümrüt, que significa “Esmeralda”, en español. Mientras tanto, los dos gatitos restantes se veían fuertes y progresando exitosamente, sanos y felices.
“Vi los grandes ojos verde esmeralda de la madre y decidí llamarla Zümrüt, que significa esmeralda en inglés. Estoy muy agradecida de tenerla y hacerla parte de mi vida”, añadió Ahsen.
La dulce atigrada no se separó por nada del mundo de sus hijos durante las primeras semanas. Mientras la cariñosa minina mantenía a sus gatitos alimentados y limpios, Ahsen se aseguraba de que comiera, alimentándola ella misma de su mano.
«A Zümrüt le costó encontrar un adoptante adecuado, ya que no le agradaba nadie más que yo, y tardó un tiempo en adaptarse a la vida en el interior», compartió Ahsen.
Los gatitos crecieron y se hicieron independientes muy rápidamente, y cuando llegó el momento de la adopción, cada uno encontró sin mucho problema sus hogares para siempre.
Zümrüt pasó tanto tiempo con Ahsen, que un buen día decidió que se quedaría para siempre. Entró a la casa y se instaló. Se hizo amiga de Zikri del gato con esmoquin residente. Ahora idean todo tipo de travesuras juntos bajo el liderazgo de Zümrüt.
Zümrüt finalmente se convirtió en la descarada jefa de una muy felina y feliz familia.
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