Cientos de especies dependen de las condiciones de sus hábitats para sobrevivir. Pero desgraciadamente, la mano destructora del ser humano cada vez pone más en riesgo su supervivencia. Y peor aún cuando son las hembras quienes son cazadas, dejando a sus crías en la desolación y bajo un peligro inminente.
Pero afortunadamente, siempre existen héroes sin capa, que en su lucha por hacer de éste un mundo mejor, protagonizan actos verdaderamente extraordinarios.
Es el caso del famoso activista y explorador inglés Levison Wood, conocido por sus expediciones en África, y especialmente por haber recorrido 5.000 km a pie bordeando el río Nilo.
En una de sus travesías, junto a su compañero Boston, jamás imaginó que se convertiría en el salvador y ángel de un diminuto mono vervet o mono verde, que había perdido a su madre.
Después de atravesar la ciudad de Jinja, en Uganda, Lev pensaba encontrar un vasto terreno verde donde en años anteriores había plantaciones de azúcar. Pero su corazón quedó destrozado porque lo que vio fue una escena de devastación total.
Lo único que quedaba del hogar de cientos de ejemplares salvajes eran cenizas
Ciertamente, era uno de los peores incendios que habían sucedido en África en los últimos años. Y en medio de ese panorama desolador, apareció de la nada esa diminuta criatura moribunda suplicando ayuda.
Tristemente, entre los incendios y que vieron al pequeño monito en manos de unos niños, fue suficiente para que lo que quedaba de su familia huyera de inmediato, dejándolo en la vulnerabilidad absoluta. Sin contar con que el pobrecito estaba absolutamente quemado.
«Después de esperar más de una hora para ver si la madre reaparecía, llegué a la conclusión de que los niños que habían perseguido constantemente a los monos habían hecho que ella abandonara al bebé», dijo Lev.
Fue así como decidió rescatar al pequeño mono verde, que lo bautizó como Florence. Pero debía llevarlo a un santuario de vida salvaje de inmediato, caso contrario moriría.
Levison, totalmente inexperto en el cuidado de bebés, tuvo que llamar a su madre al Reino Unido, para preguntarle qué debía hacer mientras llegaba la ayuda. Así que con leche que habían comprado, dándole biberón y plátano aplastado durante toda la noche, y con una gran dosis de amor, logró mantenerla con vida.
Al día siguiente, envuelta en una manta y atada al pecho, la pequeña Florence, con menos de una semana de vida, se unió al par de exploradores, que luchaban por llegar a un punto de fácil acceso, lejos de tanta devastación.
Durante más de 9 horas, bajo el calor y el sol abrasador, Levinson tuvo que lidiar con la dulce Florence mordiéndole el lóbulo de la oreja, como si quisiera agradecerle por tanto.
El explorador, por su parte, hacía de todo por mantenerla hidratada, y enfriarla bajo su sombrero. Solo rogaba que llegaran a tiempo para salvarle la vida.
Los monos verdes son animales muy sociables, a menudo andan en manadas que oscilan entre 10 y 50 ejemplares.
Los bebés, en particular, comienzan a interactuar desde una edad muy temprana y desarrollan fuertes lazos sociales que se sabe que duran toda la vida.
No es de extrañar por eso que Florence, en cuestión de minutos, se hubiera encariñado de Lev como si fuera la madre que perdió.
Levinson se había contactado con un número de emergencia del Centro de Educación de Vida Silvestre de Uganda. Así que ellos amablemente enviarían un taxi a más de 40 km de distancia para recoger «un paquete». Ese paquete tan urgente era la dulce Florence.
Organizaciones como el Centro de Educación sobre la Vida Silvestre de Uganda proporcionan un refugio seguro para los monos verdes huérfanos o heridos, así como para otros animales salvajes.
Tristemente, Levinson debía seguir documentando cuánto daño habían ocasionado los incendios forestales para crear una campaña de concientización. Así que tendría que despedirse de Florence.
«Este es un reparto especial que debe hacer, llevar a Florence al santuario de vida silvestre», le dice al taxista.
«Está bien, adiós Florence, todo va a estar bien, ¿ok?»
Los monos verdes son muy cotizados en la medicina tradicional, por su carne, y para la investigación biomédica. Pero su mayor amenaza parece ser la pérdida de su hábitat natural.
Ahora la pequeña está de maravilla, le encanta jugar con los niños y constantemente expresa gratitud y ternura a su salvador, quien ha ido a visitarla con frecuencia y parece reconocerla.
«Es extraño cómo te puedes encariñar tan rápidamente y que ese vínculo dure por siempre», comenta Levinson extasiado.
¡Te invitamos a ver el video del rescate de la hermosa Florence!:
No te vayas sin compartir esta hermosa historia que nos deja con el alma llena de gratitud hacia este héroe que supo ir hasta las últimas consecuencias por salvar una huerfanita.