El amor hacia los animales es voluntario, nadie lo fuerza. Y lo principal: nadie puede otorgarle a otra persona el don del idilio. Eso solo lo sabe hacer el animal no humano. Y es que, el vínculo que se establece entre ambos es indestructible, sin conflictos, ni escenas desgarradoras, todo lo contrario. Es infinito.
Ejemplos de esta simbiosis perfecta hay suficientes. Uno de ellos se puede observar en una tierna escena protagonizada por el osito pardo Leo, y Jim, su responsable y cuidador en el Orphaned Wildlife Center, un refugio que abrió sus puertas en Nueva York, Estados Unidos, a los animales huérfanos en el año 2015.
Allí vive una importante población de osos, incluyendo a Leo. En las virales imágenes captadas en video y publicadas a través de las redes sociales, se aprecia al hombre rascándole con amor la pancita al plantígrado, mientras éste lame sus bondadosas manos en señal de agradecimiento.
Así, permanecieron varios minutos, como flotando en una nube de amor incondicional y recíproco, demostrándose fervientemente el uno al otro lo importante que es poder recibir el cariño sincero y honesto de quien más te quiere y a quien más uno valora.
Leo es un ejemplar muy amoroso. Se acercó espontáneamente a su mejor y más caro amigo, en busca de consuelo y una buena dosis de abrazos. Tan solo necesitaba que lo apapacharan, lo mimaran y le dijeran unas cuantas palabras de aliento. ¿Y quién no?
Todos los voluntarios y miembros de la organización fueron testigos de este hermoso momento, que les hizo valorar todavía más su encomiable labor en favor de los seres más vulnerables y confirmar que lo están haciendo de maravilla.
“No hay sustituto para el vínculo que existe entre una madre y su descendencia. Las habilidades de supervivencia se transmiten de generación en generación, y en un mundo en constante cambio, la necesidad de preservar el delicado equilibrio de la naturaleza nunca ha sido mayor”, dijo Jim.
El principal objetivo del Orphaned Wildlife Center es brindar seguridad y cuidado a los animales que perdieron a sus padres por alguna u otra razón, y prepararlos para su regreso a la vida en su hábitat natural.
“Gracias a nuestros esfuerzos, esperamos alentar a las personas a respetar y disfrutar nuestra vida silvestre nativa. A ninguno de los animales se les enseñan “trucos” ni se les pide que hagan nada. Son simplemente miembros de nuestra familia”, añadió el ambientalista.
En verdad, parecía que el osito echaba mucho en falta a su madre, como recordando aquel calor que perdió cuando quedó solo y sin familia. Sin embargo, se lo ve muy cuidado. Realmente, tiene alma de niño.
La cuenta de las plataformas digitales perteneciente al refugio Orphaned Wildlife Center, ya tiene en su haber a más de 200 mil seguidores, todos enamorados de su noble trabajo en favor del bienestar de los animales que allí hacen vida.
Que más puede pedir uno para soñar con un mundo feliz, que esta maravillosa escena de amor y ternura
Comparte esta historia con tus seres queridos. Definitivamente, la bella actitud de Leo es una de las muchas que se viven a diario en el albergue, donde los animales parecen reconocer la labor de los voluntarios y la agradecen con todas sus fuerzas.