El cisne es un ave que ha fascinado al hombre desde siempre. Su gran belleza y el misterio que en cierta forma ha rodeado a estos animales, ha hecho brotar muchas leyendas acerca de ellos. Tan solo por citar un ejemplo, los celtas creían que eran los encargados de conducir las almas de los muertos al otro mundo.
Otro enamorado de estos gráciles y sutiles animales es Rob Adamson, de 42 años, y quien es oriundo de la zona lacustre de St. Ives, en Inglaterra. Durante 10 años una vez tras otra, ha visto cómo un cisne hembra ha perdido sus huevos como consecuencia de la crecida del lago, pero, además, por los zorros merodeadores del sector.
En vista de ello, Rob decidió hacer algo distinto este año en beneficio de la pobre y desafortunada ave. Durante todo este tiempo se ha dado a la tarea de preservar a la comunidad local de cisnes, por lo que es conocido como “el hombre de los cisnes”.
Rob se asegura de brindarles una vida tranquila en un espacio apto para su pleno desarrollo, enclavado en el condado británico de Cambridgshire. Reside y trabaja en Jones Boatyard, un muelle aledaño.
Ahora, está dispuesto a lograr que este ejemplar con tan mala suerte para empollar a sus crías, logre por fin dejar descendencia y así garantizar la supervivencia de la especie.
“Entre las inundaciones de la zona y los zorros que merodean por el sector, sus huevos rara vez han sobrevivido”, afirmó Adamson.
En días recientes, Adamson se percató de que el nivel del agua estaba aumentando y amenazaba peligrosamente con inundar de nuevo el nido del cisne. Sin embargo, para asegurarse de proteger esta vez al animal, usando su propio ingenio y materiales, improvisó una pequeña balsa.
La unió a una cuerda, con la cual pudo jalar y mover el nido hacia otro sector más seguro, con el cisne y sus pequeños huevos incluidos dentro. A pesar de que tuvo que intervenir de alguna manera en el ecosistema, de no haber sido por él, las aves habrían perecido ahogadas.
“Se supone que uno no debería interferir, pero llegó a un punto en que todos iban a morir. No me podía ir a la cama sabiendo eso. Sabía que me iba a arrepentir si no hacía nada para salvarlos”, añadió.
Rob tiene bastante experiencia conviviendo y protegiendo a este tipo de ejemplares. Hace ya algunos años atrás, se hizo cargo de Sid, un diminuto pichón de cisne a quien rescató y mantuvo con él por un tiempo.
Tal fue la relación que se creó entre Adamson y Sid que, aunque el hombre trató de liberarlo en su hábitat natural varias veces, el emplumado siempre regresaba hasta él. Esto, hasta hace solo un par de años, que no ha vuelto a saber de él. No obstante, aún alberga la esperanza de volverlo a ver por la zona.
Se espera que los caparazones de los polluelos se quiebren en las próximas horas. Rob se encargará de monitorearlos a tiempo completo. Ama a los cisnes, vivir en el agua, y asegura que no cambiaría su bote ni por una mansión de 20 millones de dólares.
Comparte esta hermosa historia con todos. Como vemos, tanto para Rob como para muchos otros ambientalistas, la fauna y la naturaleza son su principal razón de existir.