Millones de perros viven en la calle, lo cual trae como consecuencia problemas serios de salud, seguridad y contaminación, además del coste que genera a los gobiernos las jornadas de vacunación. Peor aún es el caso de los canes quienes viven rodeados de desperdicios, tal como Hércules, nuestro perro protagonista.
El peludo hacía vida en un vertedero de basura ubicado en la ciudad de Córum, Turquía, no se sabe bien por cuánto tiempo, pero lo que sí es que estaba decidido a salir de allí como fuera.
Hércules corría hacia los vehículos que pasaban por el sitio, como pidiendo encarecidamente a sus potenciales rescatistas que lo llevaran con ellos, dispuesto a todo con tal de cambiar su situación.
Tuvo que convivir con desperdicios junto a otros perros, expuesto a múltiples enfermedades, además de la falta de alimento y las condiciones insalubres que amenazaban su bienestar.
Tal era su desesperación por escapar de ese lugar tan indigno para cualquier animal, que Hércules ya identificaba todos los coches de quienes se acercaban voluntariamente todos los días a ofrecerle comida y agua a él y a los más de 800 perritos abandonados que vivían entre la basura.
“Cada vez que veía a un coche familiar, se acercaba y realizaba el mismo proceso una y otra vez: posaba sus patitas delanteras en la ventanilla, rogando para que lo subieran”, dijo un testigo
La historia de Hércules se hizo popular y llegó a oídos de una fundación de rescate de mascotas en situación de calle llamada Salvadores sin Fronteras (RWB, por sus siglas en inglés), quienes luchan a brazo partido para ayudar en todo lo posible a estos perritos desesperados por una nueva oportunidad.
El frío tan intenso y la dificultad para acceder a alimentos de calidad hicieron extremadamente dura la supervivencia de Hércules. Además, como eran muchos perros, los voluntarios tuvieron que darle prioridad a los cachorros y a los ancianos, con menos posibilidades de sobrevivir.
Por desgracia, Hércules no calificaba en ninguna de estas dos categorías. Sin embargo, sus ansias de salir de allí eran tan grandes que, al poco tiempo, lograron cambiarle la vida y darle un nuevo y cálido hogar.
Y fue Amanda Cunefare, una voluntaria de RWB, con sede en Illinois, Estados Unidos, la privilegiada en adoptar a Hércules. Era la candidata perfecta, ya que también había adoptado y extraído del mismo relleno sanitario a una peludita de 10 años llamada Dudas.
Dudas fue la mejor amiga de Hércules durante su estancia en el vertedero. Su partida hizo aún más difícil la vida del perrito en ese lugar tan inhóspito. En realidad, la extrañaba mucho, pero la vida los reencontró.
“Ambos se reconocieron e inmediatamente salieron disparados a saludarse como los viejos amigos que siempre fueron”, dijo Amanda.
Después de presenciar aquella hermosa escena de amistad entre Dudas y Hércules, Amanda simplemente no pudo resistirse a los encantos del perrito y decidió adoptarlo. fue trasladado sano y salvo desde Turquía hacia los Estados Unidos.
Comparte esta historia con tus amigos más cercanos y queridos. Los dos animalitos volvieron a ser inseparables, tal como lo fueron en aquel depósito de basura en Turquía.