Nunca sabremos por completo el sinfín de penurias que muchos animalitos de la calle deben enfrentar. En ocasiones, han pasado por tantas desgracias que quedan simplemente agotados a una lado de la calle para esperar que suceda lo peor.
Fue en esa situación que Milly Sotak encontró a una pequeña minina. Estaba tan delgada y débil que no se podía mover, pero eso no era lo más grave. La peludita no podía abrir sus ojos y su hocico estaba cubierto de una extraña sustancia.
No era una escena agradable de ver pero Molly sabía que debía ayudarla. Molly había rescatado gatitos en otras ocasiones pero la minina estaba tan débil que decidió pedir ayuda en la Alianza de Gatos Callejeros de California.
Ellos retomaron el caso pero tras darle un primer vistazo pensaron que la pobre minina no contaba con muchas esperanzas de sobrevivir. La llevaron al veterinario y el diagnóstico reveló incontables problemas.
La extraña sustancia que cubría su rostro era el producto de muchísimas picaduras de pulgas. Además, sufría de agotamiento, deshidratación, infección respiratoria severa y calcivirus.
Por si esto fuese poco, la gatita también tenía dolorosas úlceras en la boca que hacían que comer resultase extremadamente doloroso para ella.
Ayudarla parecía una misión imposible pero la bautizaron con el nombre de Dina y se dispusieron a darle tratamiento.
La hermosa gatita recibió terapia intensiva de antibióticos y agentes antiparasitarios. En un par de semanas ya lucía irreconocible. Las heridas de su carita se curaron por completo y comenzó a recuperar su peso.
Lo más difícil para ella fue volver a confiar en los humanos pero todo cambió cuando conoció a Rebecca Schneider.
Rebecca había perdido a su mascota hace unos meses y tras un duro período de duelo había decidido volver a adoptar un gatito. En cuanto conoció a Dina, la conexión entre ambas fue instantánea.
“Estuve en varios refugios pero no sentía conexión con ninguno de los animales hasta que vi a Dina. Era tímida y cuidados, pero parecía que seríamos grandes amigas”, dijo Rebecca.
Ahora Dina tiene una familia y un hogar. No tendrá que volver a enfrentar las penurias de vivir en la calle y lleva la vida feliz que todas las mascotas se merecen. La gatita se sintió tan agradecida que no ha parado de brindar ronroneos y cariños a su nueva dueña.
Rebecca pensaba que nunca lograría recuperarse de la partida de su antigua mascota pero ahora ha vuelto a vivir la alegría de tener una peludita en casa.
En ocasiones, la mejor manera de honrar la memoria de nuestras mascotas es continuar adoptando y luchando por hacer de este mundo un lugar más seguro para los animales. ¡Comparte!