Muchas personas huyen de los perritos callejeros por temor a ser agredidos. Este es un acto bastante entendible, pues sabemos que algunos peluditos desarrollan cierta violencia que usan para defenderse en los momentos en que se sienten en peligro.
Nadie es capaz de entender todo lo que un animal maltratado carga en su corazón, pues incluso hay quienes teniendo un hogar reciben el más injusto de los tratos.
De tal modo le ha ocurrido al perro cascarrabias de esta historia.
Se trataba de un mestizo al que condenaron por más de un año de encierro en una especie de depósito que se convirtió para él en su cárcel personal. La habitación sucia por las heces del animal, estaba infectada de moscas pero eso no era todo.
El cuarto estaba oscuro y la única luz ingresaba por un pequeño agujero en la pared que le permitían al perrito saber cuándo había amanecido.
Su descontento lo demostraba de la peor manera.
Desde ese agujero cubierto de tablas y escombros, nuestro peludo asomó su cabeza por meses para suplicar auxilio. Sin embargo, no recibió ayuda y tanto encierro y abandono hicieron que en él se albergara una gran violencia.
El perro intimidaba a cualquiera que se le acercara.
El fin de este calvario llegó en el momento en que los trabajadores de Animal Rescue Dogs decidieron intervenir. Alguien denunció el caso y ellos no pasarían por alto tan injusta situación.
“Recibimos una llamada por un caso de crueldad. Este perro había estado encerrado en una habitación por casi un año. Cuando llegamos ahí, nuestro equipo encontró esto, un perro extremadamente agresivo, que estuvo encerrado sin ninguna interacción humana por un año”, informó la organización Animal Rescue Dogs a través de sus redes sociales.
Lo llamaron Thunder
Además del encierro y la falta de comida, la agonía de Thunder se encrudecía por una cadena que lo sujetaba del cuello. Parece que su libertad estaba aún más limitada y esa situación talaba los nervios del peludo. Todo esto justificaba su agresividad.
Aunque el asunto no fue sencillo, estos profesionales hicieron lo propio y tras tranquilizarlo un poco lograron llevarlo a un refugio. Para ellos estaba claro de que se trataba de un caso difícil y que tendrían un gran trabajo por delante.
Thunder bajó su nivel de violencia cuando fue alimentado.
Pese a todo el panorama, no hay situación que la constancia no pueda vencer ni violencia que amor no pueda liberar.
“Encadenado y amordazado, incluso dentro de un depósito como habitación, el resultado fue convertirlo extremadamente agresivo. Nuestro equipo lo saco de ahí y se interpuso una demanda a los dueños. El perro fue confiscado y se encuentra en un refugio ahora”, agregó la organización.
Dentro del refugio, el peludo comenzó a bajar un poco su ira. Parece que con los días fue entendiendo que todo había cambiado y ahora los humanos que le acompañaban sólo lo querían ayudar.
Estas criaturas necesitan mucho amor para dejar detrás tanto dolor.
Thunder aún está en proceso de adaptación, tiene muchos traumas que superar pero lo importante es que ahora no hay nadie que pueda lastimarlo. Sus cuidadores entienden que se trata de un caso especial y lo tratan con el amor y respeto que se merece.
Ningún animal debe mantenerse de ese modo, pues con ello marcamos su vida para siempre. Comparte esta historia y ayúdanos a crear conciencia. ¡Ámalos, no los encierres!