De entre los muchos espectáculos cruentos con animales, uno de los más graves es el de las peleas clandestinas entre perros, en donde estos son azuzados para atacarse hasta quedar gravemente heridos, o incluso perder la vida. Si bien las heridas sanan pronto, rehabilitarlos del trauma emocional no es sencillo.
La historia de Chato es más una ilustración de su regreso del infierno al cual fue sometido durante mucho tiempo por manos criminales, que lo obligaban a arriesgar su vida cada día en peleas con otros perros, con tal de lucrarse.
Felizmente, desde hace dos años es muy feliz compartiendo su vida con sus compañeros del Cuerpo de Bomberos de Torreón, en Coahuila, México, quienes se turnan para alimentarlo y consentirlo con amor todos los días. Ya está totalmente acostumbrado a su nueva familia y es muy querido por todos.
Chato pudo acabar su vida en las peleas al otro lado de la ciudad. Día tras día vivía el horror de entrar al corral donde debía batirse a duelo con otros perros igualmente vejados en su integridad y cercenados de su derecho a la vida.
“Lo rescataron de una colonia del poniente, porque lo usaban para pelearlo. Cuando llegó estaba muy golpeado y muy flaco. Finalmente, se lo quitaron a los sujetos que lo explotaban”, declaró Carlos Héctor Pasillas, bombero de la estación Colón.
Eventualmente, Chato fue rescatado de su trágica situación por funcionarios de la Policía del estado. Fue trasladado de urgencias a las instalaciones de Protección Civil, ubicadas lateralmente a la estación de bomberos Colón. Desde su llegada, Chato no se ha separado de su nuevo refugio.
Según ha dicho Pasillas, todos los miembros de la estación de bomberos se responsabilizan por Chato de alguna forma. Se reparten las labores de bañarlo, cuidarlo, darle de comer y, sobre todo, de protegerlo.
Lo mejor es que, hace tan solo unos días le fue entregada una correa roja y una placa, estandartes del Cuerpo de Bomberos al cual ya pertenece oficialmente. El comandante Francisco Martínez fue quien lo nombró de esa manera como un miembro más del equipo.
Por otro lado, todos incluyendo a Pasillas concuerdan en que Chato es un animal extremadamente noble y juguetón. Es muy dado a recibir y a dar arrumacos, a pesar de su pasado de violencia.
“El perro es muy amigable con toda la gente sin excepción, no es agresivo para nada, ni con los perros cuando anda con nosotros en la calle. Incluso con nosotros también viven dos gatos, Satanás y Chavi, también son sus amigos”, añadió Carlos Héctor Pasillas.
Desde que fue castrado en su nuevo hogar permanente. Chato se ve recuperado y ha subido significativamente de peso. Según dicen, es un gordo rozagante de entre 35 y 40 kilogramos. Y lo más importante es que hoy salva vidas como el más responsable miembro del grupo de bomberos, en vez de lastimar a otros peludos.
Comparte esta historia feliz con tus seres más queridos. Lo cierto es que para Chato se acabaron los problemas, ya que todos sus mejores amigos bomberos concuerdan en que, cuidarlo y darle la mejor vida posible, es la prioridad.