La pérdida de un padre puede ser un golpe duro para cualquiera, sobre todo si hablamos de una pequeña niña que es aún incapaz de entender la razón por la cual suceden este tipo de cosas.
Todo aquel infante que tiene una vida feliz, rodeada del amor de sus progenitores y en un ambiente sano, desearía que sus papitos fuesen eternos.
Este era precisamente el sueño de Raelynn Nast, una niña de 6 años de Fort Smith, Arkansas, Estados Unidos.
Lamentándolo mucho, el papá de Nast falleció el pasado mes de abril y la niña quedó con su corazón destrozado.
El funeral fue un momento bastante difícil para ella, pero en medio de tanto dolor, un angelito se hizo presente para consolarla y recordarle lo hermosa que es la vida.
Se trataba de un peludo llamado Blue.
El can paseaba junto a su mamá humana, Emily Beineman, cuando la pequeña Nast lo divisó. La niña amante de los animales pidió a la mujer poder acariciar a su perro, sin que ninguna supiese lo sorpresivo que podía ser aquel encuentro.
Emily aceptó la petición pero una mención a los padres hizo que la niña confesara lo que había sucedido. Ella no estaba teniendo un bien día, pues ese 19 de abril era el funeral de su papá. Naturalmente Emily quedó en shock y se conmovió por completo.
Por su parte, Blue no perdió tiempo en consolar a la pequeña.
Parece que el perrito había entendido muy bien lo que pasaba y decidió ayudar a la pequeña.
“Hoy, mientras corríamos todos los días, una niña estaba afuera de la funeraria y gritó ‘¿puedo acariciar a tu cachorro?’ Sonreí y dije ‘¡por supuesto! ¡¡Siempre y cuando a tus padres no les importe!!’ y la niña hizo una pequeña sonrisa tímida y dijo: ‘Oh, mis padres no están aquí, mi mamá está adentro y mi papá murió… estamos en su funeral’.
Antes de que pudiera decir una palabra, Blue se acercó a esta niña y muy gentilmente se sentó frente a ella y la niña envolvió sus brazos alrededor del cuello de Blue y no la soltó”, escribió Emily en su Facebook.
En medio de los abrazos entre Blue y Nast, las lágrimas de los asistentes al funeral comenzaron a correr y Emily tampoco pudo contener las suyas.
El momento fue realmente conmovedor y, en medio de su inocencia, la pequeña hizo a la corredora una curiosa invitación: “¿quieres entrar a ver a papá?”.
La familia estaba sorprendida.
Emily lo dudó, pues sólo había salido a pasear a Blue y no estaba vestida para la ocasión pero, ante los ojitos suplicantes de Nast, no pudo rechazar la invitación. Sabía que esa sería la última vez que la niña podría presentarle su papá a alguien, así que Blue y ella entraron a la casa.
Aunque algunos miraron sorprendidos, pero Nast estaba orgullosa de que el peludo conociera a su papito y nuevas lágrimas comenzaron a caer en el salón.
La niña estaba tan feliz.
Los abuelos de la pequeña y unos tíos, agradecieron a la corredora por su amabilidad.
“La tía y el tío de esta niña pequeña me miraron con lágrimas corriendo por sus mejillas y su tía susurró: ‘Creo que Dios los llevó a usted y a Blue aquí hoy por una razón... El amor y la gentileza de Blue que le ha mostrado ha tocado nuestros corazones'».
Emily suele describir a Blue como un gigante gentil y definitivamente estas características quedaron reflejadas en ese pequeño encuentro entre él y la niña.
Los perritos son verdaderos ángeles y siempre están listos para alegrar nuestros días más oscuros.
Blue es un hermoso ejemplo del gran corazón que tienen los peluditos.
Ahora, Nast tiene un nuevo amigo que al parecer está dispuesto a visitarla más seguido. El momento compartido entre Blue, la niña y Emily tuvo un gran significado para la mujer que ha accedido a llevar al peludito a jugar con la pequeña.
Blue no podrá reemplazar al padre de la niña, ni curar el dolor de su ausencia, pero sí le ha dado un poco de alegría a su vida. Comparte en tus redes esta hermosa historia de repentina amistad.