El vínculo que los humanos forman con sus mascotas es algo realmente difícil de explicar. En cuestión de días, los perritos son capaces de derretirnos por completo y robarnos el corazón. Durante años, Jesús Villelas disfrutó de una maravillosa amistad con un perro bóxer llamado Mace.
Recibió este nombre tan particular porque era el “macermoso” y el “macenamorado” de su dueño. Se convirtió en su mejor amigo y en su leal compañero de aventuras.
Mace llevó una vida feliz durante muchos años. Lamentablemente, con el paso del tiempo comenzó a presentar problemas de salud y una visita al veterinario reveló algo que rompió el corazón de Villelas. Mace tenía cáncer.
De inmediato, la familia se empeñó en brindarle todo lo necesario para luchar contra esa terrible enfermedad.
Mace era un miembro más de la familia y le brindarían todo el apoyo que necesitase. El valiente bóxer emprendió la batalla durante un par de meses, pero lamentablemente no dio resultados.
En las últimas pruebas, los médicos descubrieron que el cáncer se había vuelto terminal y ya no había esperanzas para el peludito.
Estaba sintiendo mucho dolor y la única forma en que podían ayudarlo era decirle adiós. Villelas no se encontraba preparado para esto pero no estaba dispuesto a dejar que su mejor amigo sufriera. Fue entonces cuando decidió despedirse de él de una manera muy especial.
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“Tenía que darle las gracias por ser tan noble, amoroso y leal conmigo y mi familia”, lamentó Jesús.
Mace y Villelas tenían una tradición muy bonita: el perro adoraba disfrutar de los paseos en la camioneta de su dueño. Se sentaba en la parte de atrás y disfrutaba la vista.
“Tuve que aceptar que lo sacrificaran. Pero no sin antes dar un último paseo como los que tanto le gustaba. Un último momento sólo para nosotros dos”, dijo Jesús
El astuto Mace estaba tan acostumbrado a estos paseos que sabía cómo sentarse y moverse para permanecer cómodo durante todo el trayecto. Dieron un último paseo y en medio de lágrimas, Jesús abrazó a su perrito y le agradeció por todo el cariño que le había brindado.
“Con mi corazón destrozado y mi alma llena de dolor, me despedí del mejor amigo canino que he tenido. Mi amigo de cuatro patas”, lamentó Jesús Villelas.
Después de esa conmovedora despedida, la veterinaria inyectó a Mace y partió de este mundo sin sentir dolor alguno.
Jesús permaneció a su lado en todo momento. Decir adiós a nuestras mascotas es una experiencia muy dolorosa. A pesar de que viven mucho menos que nosotros, los perritos se aseguran de brindarnos mucho amor y pelitos para que nunca los olvidemos.
Esperamos que el hermoso Mace viva por siempre en la memoria de su dueño y de toda su familia.
Nadie está preparado para despedirse de su perrito pero aún con el corazón roto, Villelas se esforzó por hacerlo feliz durante sus últimos minutos de vida. Comparte tan emotiva historia.