Si te gusta observar la vida salvaje en fotografías, sabrás que, detrás de cada escena captada hay años de espera y mucho dinero invertido. Sobre todo, para aquellas que nos ilustran el insondable y misterioso mundo submarino.
Amos Nachoum es un fotógrafo de origen israelí, quien es actualmente uno de los más reconocidos en su campo. Ha buceado entre tiburones, ballenas azules y orcas, desde la Antártida hasta el Alto Ártico durante muchos años, logrando captar con su lente imágenes espectaculares.
Su fama creció aún más recientemente, al conocerse que logró cumplir un sueño tan particular como alucinante que le perseguía: ser el primer fotógrafo de la vida salvaje en nadar y fotografiar osos polares.
Lo que hace la diferencia en el trabajo de Nachoum, es que este hombre no utiliza jaulas de protección. No ve a los tiburones como un riesgo, a pesar de ser el Gran Blanco considerado como uno de los animales más fieros del planeta. Dice que el miedo le ayuda a estar alerta.
“El miedo me hace estar alerta, no me ha impedido hacer nada. Yo quería mostrar en una imagen lo que supone lidiar con el Gran blanco. Si no los provocamos podemos estar con ellos pacíficamente. No hay demonios en el mar», contó en un programa radial.
Desde muy pequeño, en su natal Tel Aviv, Nachoum aprendió fotografía. Tiempo después trabajó con pescadores locales quienes le enseñaron a bucear. Tras el final de la guerra árabe-israelí, se mudó a los Estados Unidos donde comenzó a fotografiar a otros buzos turistas.
Con la intención de cumplir su sueño anhelado, el fotógrafo se dirigió resueltamente hacia el Ártico. Una vez instalado y, con la ayuda de un guía, logró avistar a un oso polar macho y, sin dudarlo, se lanzó al agua cámara en mano.
«Siempre se necesita un muy buen guía y mucha experiencia antes de hacer algo así, porque existe la posibilidad de que haya un accidente», contó Nachoum adicionalmente en la entrevista.
Amos sabía que, debido a su peso y nivel de grasa corporal, estos animales no eran capaces de sumergirse más de 10 metros de profundidad. El viento empujaba con fuerza, mientras el oso polar se acercaba cada vez más a su barco.
Una vez que el animal se acercó a seis metros de él, Nachoum se sumergió, pero, al hacerlo se dio cuenta de que el oso lo siguió hasta los 17 metros, y la preocupación comenzó a invadirlo. Ambos llegaron a alcanzar los 22 metros de profundidad, hasta que el animal desapareció de su vista.
Un presupuesto de un millón de euros tenía que estar bien justificado, así que Nachoum no cesó en su empeño y, durante cuatro días siguió buscando. Fue en las últimas 24 horas de su viaje cuando tuvo la suerte de ver a una madre osa junto a sus dos cachorros, a quienes logró captar por primera vez sumergidos. ¡Su sueño se hizo realidad!
Comparte estas sensacionales imágenes con tus seres queridos. Amos Nachoum es un fotógrafo comprometido con capturar los episodios más insólitos del mundo animal. Aunque, en ocasiones, tenga que poner en riesgo su propia vida para mostrarnos tan bellos momentos.