Sarah Newman es una mujer que suele dar caminatas en el Parque Nacional Rock Creek cada vez que puede. Desde hace años, Sarah conoce el lugar a la perfección pero recientemente se encontró con algo que la obligó a dar un segundo vistazo.
Se trataba de un pequeño sapito que permanecía inmóvil en medio del camino. Su color era tan particular que parecía confundirse por completo con la tierra. Era prácticamente imposible de distinguir y cualquier persona podría haberlo pisado.
Sarah intuyó que el sapito no se encontraba nada bien. Sarah supo que tenía que hacer algo y pensó que bastaría dejarlo a un lado del camino lejos del peligro de los humanos. Sin embargo, algo dentro de ella le dijo que la vida del sapito realmente se encontraba bajo un enorme peligro.
“No tenía idea de lo que estaba pasando, pero sabía que necesitaba ayuda”, dijo Sarah sobre el sapito.
Pasó unos minutos allí tratando de buscar una solución. Quería llevarlo con los empleados del parque, pero no sabía cómo trasladarlo sin hacerle daño. Finalmente, descubrió que la solución estaba literalmente frente a ella.
Sarah tenía dos tapabocas para reforzar la protección contra el coronavirus así que decidió quitarse una de las mascarillas y subir allí al sapito. Lo mejor de todo es que él parecía estar bastante cómodo.
“Hay muchos beneficios al usar dos mascarillas, pero nunca imaginé que eso me ayudaría a salvar la vida de un sapo”, aseguró Sarah.
Una vez que llegó a las oficinas del Parque se dio cuenta de que no había nadie. Sarah no estaba dispuesta a darse por vencida, así que llamó a los rescatistas de Humane Rescue Alliance.
Finalmente, alguien de HRA se trasladó hasta el parque para buscar al sapito. De inmediato le hicieron un chequeo y confirmaron que necesitaba ayuda.
“Tenía una infección cutánea bacteriana bastante delicada”, dijo Jennifer Mattioli, una de las encargadas de cuidar al sapito en City Wildlife.
Pasaron los días y Sarah decidió hacer un par de llamadas para averiguar cómo seguía su pequeño amigo.
Al principio, los veterinarios pensaron que había salido antes de tiempo de su hibernación, pero después de unos exámenes comprobaron que estaba sufriendo una delicada infección en la piel. Recibió tratamiento con antibióticos y poco a poco logró recobrar sus fuerzas.
“ Una vez que comenzó a sentirse mejor dejó lucir una personalidad traviesa y atrevida”, dijo Mattioli.
La intuición de Sarah no había mentido, el sapito realmente necesitaba ayuda y gracias a su dedicación se encuentra ahora sano y salvo. Terminará de recuperarse en un acuario donde los veterinarios le brindarán todos los cuidados y finalmente lo regresarán a su hogar en el parque.
Nunca dudes en ayudar a un animalito en apuros. Una llamada a los rescatistas puede ser la diferencia que salve una vida. ¡Comparte!