Esta historia nos demuestra cómo adoptar una mascota rescatada puede cambiar la vida de alguien en un instante, porque es muy difícil resistirse a su amor, a su gratitud y a la felicidad que nos brinda atenderlas. Quienes hemos adoptado un animalito sabemos que es una experiencia que llena el corazón de alegría.
A Liz Clark se le podrían ocurrir muchas razones de por qué no tener una mascota con ella. Primero, porque desde el 2006, ha estado viajando en su bote de 40 pies de largo llamado «Swell». Ella siempre está ocupada dando mantenimiento al barco sin mencionar su adicción por el surf. Así que simplemente ella no tiene tiempo para una mascota.
Pero todo esto cambió cuando estaba visitando la Polinesia Francesa. Liz encontró a una gatita de 6 meses dentro de una casa abandonada, así que decidió llevarla al bote y alimentarla hasta que pudiera encontrar a alguien que se encargara de ella.
El problema es que Liz no pudo encontrar a nadie que pudiera cuidarla mejor que ella. Así que decidió quedársela y llamarla Amelia como Amelia Earhart. Pero al principio, a Amelia no parecía gustarle mucho el mar…
Especialmente cuando se moja 😆
Aún sin estar segura de qué era lo mejor para Amelia, Liz la llevó a la costa con ella
«Yo sabía que ella tenía que trepar árboles y estirar sus patas, por eso la llevé a la costa. Y si ella salía corriendo y se perdía… pues eso me diría que ella no era feliz en el bote», dijo Liz.
Pero ¡no! Amelia regresó al bote con Liz. Desde ese momento ella sabía que Amelia iba a estar bien en el bote, siempre y cuando pudiera caminar en tierra firme de vez en cuando. No le tomó mucho tiempo a la gatita acostumbrarse a la vida en el bote 🙂
Además, Amelia tiene muchos lugares donde trepar…
… De donde saltar…
… Y donde jugar 🙂
Hasta se ha ganado la confianza de la capitana y la han dejado manejar el timón 😆
Amelia es una Rockstar. Ella es una gata tropical 😆
A lo único que parece que Amelia jamás se va a acostumbrar, es a la comida vegana de Liz…
Solo una vez Amelia ha salido corriendo al bosque tropical. Ella estuvo perdida durante 42 días y Liz jamás dejó de buscarla. Pero ella sabía que podría ser que Amelia no era feliz en el bote.
Pero eventualmente Amelia regresó. Y desde entonces la gatita jamás se ha apartado de Liz. Ella la acompaña a todas partes.
«Se que ella y yo hemos desarrollado una relación de confianza. Ella se siente a salvo conmigo, aún cuando está fuera de su área de confort. Poder crear una relación así de fuerte con un animal es una de las mejores oportunidades que puede tener alguién».
Si quieres seguir las aventuras de Liz y Amelia puedes ver su blog o seguirla en Instagram 🙂
Comparte esta zoorprendente historia en tus redes sociales, sin duda esta gatita está en las mejores manos.