Un paseo matutino por una zona de común tránsito para un joven y su perrita se convirtió en un hallazgo jamás imaginado, después de toparse con una extraña piedra con un contenido misterioso.
Zach Medlin estaba paseando a su perro en Kiroli Park en West Monroe, Louisiana, cuando una roca cuadrada llamó la atención del joven y este decidió investigar.
Aunque su perrita llamada Serena quería continuar con la diversión, hizo caso.
Zach tuvo que poner orden para que su peluda se animara a acompañarlo en la investigación, el curioso chico no estaba dispuesto a irse sin apaciguar su incertidumbre. Para su sorpresa, al despejar las ramas que había sobre la piedra vio lo que parecía ser una lápida.
¿Qué hacía una lápida en ese parque de más de 647.000 metros cuadrados? Zach no podía explicárselo y mucho menos al notar que se trataba de la tumba de un perrito.
Nada más mirarla Zach enmudeció .
La lápida tenía exactamente 80 años en el lugar y él jamás la había visto. Además en la inscripción podía leerse un hermoso mensaje que lo hizo reflexionar:
“La inscripción estaba cubierta con paja de pino, así que tuve que apartarla para leer lo que decía. En la inscripción se leía: ‘Buddie, 1928 – 1941. Nació un perro / Murió un caballero'».
Zach se sintió aún más intrigado con el descubrimiento y quiso averiguar quién había sido el perrito que mereció el honor de poseer una lápida en el lugar.
Con ayuda de algunos locales descubrió que el parque solía utilizarse como campamento para los Boy Scouts y que en una ocasión un niño estuvo a punto de ahogarse en el lago pero un perro llamado Boddie lo había rescatado.
Al parecer era el peludo de la lápida a quien decidieron enterrar en el lugar después de morir.
Una leyenda hermosa que conmovió a Zach pero aun así el chico realizó su propia investigación.
“Mientras leía recortes de periódicos que detallaban la leyenda, encontré una copia de una nota escrita a mano con fecha del 18 de octubre de 1993. Decía lo siguiente: ‘Según la Sra. Dee Strickland, el perro pertenecía al Sr. y la Sra. Albert H. Jones, 215 Breard St., Monroe. La Sra. Strickland vivió con la [familia] Jones en 1932. El perro era un hermoso setter irlandés. El Sr. Jones lo llevaba con frecuencia a Kiroli Park para correr, así que cuando murió, decidió enterrarlo en Kiroli Park”, relató.
Puede que la leyenda alrededor del heroico Buddie no sea real pero héroe o no, este perrito tenía un gran significado para su familia y eso lo hizo merecedor de descansar en un hermoso parque.
“Me alegra saber que Buddie ayudó a sus dueños a atravesar la Gran Depresión. Todos los perros merecen una lápida», señaló Zach.
Este hallazgo es conmovedor, pues revela cómo los gestos de amor se rehúsan a morir en el tiempo, comparte esta historia y envíale tus bendiciones al dueño de esta lápida ¡Buddie debe descansar en el cielo!