Alejandro Rochi Páez siempre ha sido un joven con un gran espíritu aventurero. Hace unos años decidió dejar su empleo y emprender una aventura como mochilero. Viajó a Ecuador, Chile, Colombia y Brasil.
Lo único que le faltaba era disfrutar de un leal compañero para hacer sus viajes aún más inolvidables. Tan sólo unos días después de que Alejandro deseara un poco de compañía, sus deseos se hicieron realidad.
Estaba recorriendo las calles de São Luis do Maranhão, en Brasil, y notó que alguien había dejado una caja con unos cachorritos. Los pobres se encontraban en condiciones realmente devastadoras: Necesitaban comida y estaban completamente llenos de pulgas y garrapatas.
Una vecina del lugar pudo hacerse cargo de dos de los perritos pero todavía había uno cuyo destino era incierto. No merecía sufrir esa triste suerte de ser arrojado sin más en la calle.
Sin pensarlo dos veces, Alejandro decidió que lo ayudaría. Detuvo su viaje para dedicarse por completo al perrito. Lo llamó Fredy y en tan solo un par de semanas el hermoso perrito se encontraba completamente sano.
“Tenía sólo dos meses cuando lo abandonaron. Lo curé y no nos separamos nunca más”, contó Alejandro.
El astuto mochilero comenzó de inmediato a realizar una serie de cambios para su bicicleta. Ahora contaba con un nuevo compañero de aventuras y quería asegurarse de que el peludito viajase de la manera más cómoda posible.
Con una cesta de mercado, Alejandro creó un pequeño espacio para el peludito. Además contaba con una especie de carpa que lo ayudaba a protegerse del sol o de la lluvia.
“Le hago una seña y se sube para instalarse en su colchón. Está entrenado para viajar porque lo hace desde los tres meses. Es tranquilo y obediente”, explicó Alejandro.
De inmediato, comenzaron a viajar y no tardaron en robarse las miradas de todos. Muchos lo detenían al pensar que se había robado el perro, pero pronto se daban cuenta de la emotiva historia que había detrás y no tenían más que palabras de admiración para el joven.
Con el tiempo, Fredy creció y Alejandro tuvo que hacer nuevas modificaciones a su bicicleta. Agregó un nuevo carrito y una llanta adicional para que el peso se equilibre mucho mejor.
Después de un tiempo, este maravilloso dúo regresó a Argentina. La pandemia no los ha detenido en lo absoluto y trabajan a través de una app como repartidores a domicilio. Cada vez que los clientes ven a Alejandro llegar con el hermoso perrito, sus ojos se iluminan.
Este dedicado padre perruno está reuniendo fondos para conseguir la casita que él y Fredy se merecen. Además, tienen grandes sueños de continuar viajando por el mundo. Adoptar a un perrito sin hogar siempre es una maravillosa decisión.
Fredy pasó de vivir en una caja a convertirse en un perrito viajero, querido y feliz. ¡Comparte!