Las leyes están hechas para cumplirlas y más cuando con ellas se busca preservar la vida, no importa que se trate de criaturas tan pequeñas y para algunos incautos hasta insignificantes. Con tal maestría lo han demostrado las autoridades francesas que han enviado tras las rejas a un hombre por su indolente afición de cazar aves en peligro de extinción.
Las especies más exóticas parecían ser más atractivas para este cazador furtivo.
Según informó la Bird Protection League, en Toulon (sureste) un sujeto ha sido sentenciado por los tribunales a casi un año privado de libertad, después de que se descubriera que se dedicaba a cazar aves protegidas.
Este sujeto utilizaba pegamento con cebo para atraerlas hasta su trampa.
Una vez las aves se encontraban prisioneras, el ahora detenido se encargaba de sacrificarlas.
Cuando los inspectores de la Oficina de Biodiversidad francesa (OFB) llegaron a su casa para realizar una inspección, hallaron 75 petirrojos, una especie protegida dentro de sus congeladores.
Las criaturas que caían en sus manos tenían un cruel final.
La dantesca escena estaba acompañada de otro importante hallazgo, en la residencia se decomisaron más de 2.000 trampas para aves.
El sujeto en cuestión es un agricultor retirado de 76 años, cuyos abogados intentaron amparar alegando discapacidad mental pero la treta no les dio resultado.
El lunes 22 de febrero, este individuo fue condenado a un total de 9 meses en un reclusorio estatal por el cargo de “destrucción de una especie protegida”.
Quizás este tiempo le sirva para reflexionar.
Hay que resaltar que al hombre se le sumaron 3 por reincidencia en el delito, pues había delinquido previamente en el 2014. Aunado a esto, el agricultor obtuvo una multa 5.000 euros y otra de casi 20.000 euros, en concepto de daños a pagar a las partes civiles, incluida la Ligue pour la Protection des Oiseaux (LPO) y otras organizaciones ambientales.
«Además de los petirrojos que suele ser consumido en brochetas en locales informales, el hombre también se dedicaba a la caza de alisos. Esta ave «es particularmente buscada por su colorido plumaje«, recordó la Oficina de Biodiversidad.
Pese a la opinión de Melodie Gozzo, abogada del cazador furtivo, quien considera esta sentencia como “un desprecio para la tradición” y teme no se consideró la edad de su cliente; este caso representa un hito histórico en el país.
Las brochetas de petirrojo tienen un valor de 20 y 40 euros en el mercado.
Esta sería la primera vez que se aplica una sentencia de este tipo para un cazador furtivo de aves, según señaló la presidenta de la LPO Yves Verilhac
«Una primicia en Francia para las aves protegidas. Francia es uno de los peores países de Europa para la caza furtiva de aves, con Italia y España. Después de la destrucción de su hábitat, la captura y comercialización son las principales causas del declive de estas especies en la naturaleza”, dijo Verilhac.
Este caso representa sin duda alguna un gran ejemplo de justicia para el resto de personas que se dedican a cazar sin licencia y atentan contra la vida de tantas criaturas. Ni la edad, ni falsos argumentos logró salvar a este hombre de su pena y ahora está pagando por sus lamentables acciones.
El desconocimiento de la ley no exonera de responsabilidad alguna, comparte esta noticia y que el ejemplo del país francófono se multiplique.