¿Te imaginas vivir como un simple objeto de entretenimiento, sin derechos, sin contacto con tu hogar y sin tener las condiciones mínimas para subsistir?
Esta es la triste realidad a la que se enfrentan miles de animales en todo el mundo que ni siquiera tienen la oportunidad de nacer en la Naturaleza y únicamente obtienen su libertad al perder la vida en las jaulas o cuartos estrechos.
Nació en cautiverio en 1995
Esto fue lo que vivió durante 25 años una dócil elefanta llamada Sharima, quien nació en un centro de entrenamiento de elefantes que eran utilizados para divertir y pasear a las personas, llamado Way Kambas Elephant Training Center, en Indonesia.
Posteriormente, fue vendida al Zoo de Ragunan y, finalmente, al polémico Zoo de Luján.
Este zoo ubicado en Argentina siempre ha estado en la mira de organizaciones protectoras de animales que se han percatado de sus malas prácticas y exigen que los animales que habitan ahí sean evaluados por especialistas veterinarios y trasladados a un hogar verdaderamente digno.
Querían trasladarla a un refugio de elefantes en Brasil
Durante años, la fundación Elephants Helpers Argentina intentó establecer contacto con el propietario del zoo, Jorge Semino, para poder ingresar al lugar con un equipo médico especializado que pudiera determinar la condición de salud de Sharima.
Dicha organización, además de la Fundación Franz Weber, aseguraba que la elefanta padecía de diversas enfermedades, muchas de las cuales no le habían sido diagnosticadas y, lo peor de todo, no recibía tratamiento alguno para recuperar su salud.
Después de años de malos tratos, el 8 de enero de 2021, esta pobre elefanta perdió la vida al caer en una profunda fosa que rodeaba el lugar en donde habitaba. El personal del zoo de Luján intentó levantarla con una grúa, pero era demasiado tarde, había partido al más allá.
«Durante meses mantuvimos conversaciones con el Sr. Jorge Semino, el dueño del zoo, pero siempre fueron intermitentes y se hizo muy difícil llegar a un acuerdo que permitiera que pudiéramos ingresar con un veterinario independiente, para que pudiera hacerle estudios, guiado por los especialistas del Santuario de Elefantes Brasil (SEB), y tener un diagnóstico preciso. Sharima no pudo esperar más los tiempos de sus dueños», declaró la Fundación Elephants Helpers Argentina.
Durante todo el tiempo que pasó en el lugar, la única compañía que tuvo Sharima fue otra elefanta que llegó con ella desde Indonesia y que falleció en el año 2005, a los 19 años de edad, su nombre era Arly y jamás recibió justicia.
Las asociaciones de animales exigen conocer los resultados de la necropsia de Sharima y, sobre todo, piden que las autoridades realicen una investigación para que los responsables de tanta maldad reciban su merecido.
«Descansa en paz, se hará justicia, te vamos a recordar siempre», dijeron en sus páginas de Facebook la Fundación Franz Weber y Elephants Helpers Argentina.
No es justo que más animales sigan perdiendo la vida de la peor forma. Siendo la muerte su única escapatoria para la maldad de la humanidad a la que han estado expuestos desde su nacimiento.
No merecía ser reducida a un simple objeto de entretenimiento
Alcemos la voz por todos los animales que viven en cautiverio injustamente, para darles la vida digna que siempre han merecido. No te vayas sin compartir.