Todos los animales son por naturaleza buenos padres y madres, incluso los gatos, con su fama de independencia a cuestas. Esto forma parte de su instinto de felinos, por lo que no resulta raro que se ocupen correctamente de sus crías, aún si es la primera camada. Sin embargo, en ocasiones sucede lo contrario.
Un gatito llamado Puff fue rechazado al nacer por su mamá gata, y debió transitar una vida de carencias y soledad, vagando por las frías calles de la ciudad de Montreal, Canadá. Se encontraba escondido desde hacía dos días en medio de un follaje, de donde emanaban sus gritos lastimeros clamando por ayuda.
Maullaba tan fuerte y desesperadamente que sus quejidos no pasaron desapercibidos por una transeúnte y residente local. La mujer siguió cuidadosamente el sonido, que la llevó hasta donde se encontraba el animalito. Era en su pequeño jardín, así que antes de acercarse por completo esperó a ver si su madre regresaba por él, cosa que nunca ocurrió.
Tras casi 24 horas de espera, sin señales de la madre, la amable dama se dio a la tarea de rescatar al minino a través de un plan, antes de que la temperatura bajara más. Fue a buscar una pequeña trampa y la colocó cerca de los arbustos con comida, intentando convencerlo para que saliera confiado.
Pero, nada de eso. El gatito era tan tímido que no había salido de su refugio durante esos días. Sin embargo, no pudo resistirse al tierno aroma de los alimentos y comenzó a salir con mucha cautela de su escondite.
Una vez en manos de la mujer, fue llevado al interior de su casa donde le alimentó y le brindó el calor de un hogar. Aún conmocionado, pronto comenzó a sentirse en buenas manos y se tranquilizó.
El pobre tenía tanta hambre, que devoró, casi sin masticar cada bocado, e incluso dejaba escapar un pequeño ronroneo de placer envuelto en una toalla que la mujer de buen corazón había entibiado previamente para abrigarlo.
Necesitaba de cuidados médicos, así que su salvadora lo trasladó hasta Chatons Orphelins Montréal, una organización de rescate de animales local. Allí, Marielyne, una madre adoptiva lo tomó bajo su cuidado junto a otros gatos y lo bautizaron como Puff. Con seis semanas de nacido, se nutría como todo un campeón. Pronto comenzó a progresar.
“Lo tomamos bajo nuestro cuidado y lo llamamos Puff. Tenía alrededor de seis semanas, comía y dormía muy bien”, compartió Celine Crom, vocera de Chatons Orphelins Montréal.
De este modo, Puff comenzó a adaptarse a vivir en una casa y a socializar con otros gatos. Se le veía muy contento y motivado a reunir el coraje para caminar hacia su gente en busca de cariño. Se renovó su confianza en los demás y pasó de la timidez a la valentía.
“Es travieso, amable y disfruta de la compañía de otros gatos. Puff es un gatito pequeño con una gran personalidad. Es muy expresivo y espera que la gente comprenda sus necesidades, lo ame y lo mime. Si quiere comida o un regalo, no duda en hacérnoslo saber”, añadió Celine.
El ex gato callejero se ha convertido en un ser amoroso y muy tierno, gracias a que todavía existe gente comprometida con la vida y de gran corazón. Descubrió su lado aventurero, y no es ni la sombra del gatito huidizo que alguna vez fue.
Comparte esta fabulosa historia con tus amigos. El dulce Puff ya tiene tres meses y está listo para su próximo hogar para siempre. Es mucho lo que tiene para dar.