A veces, creemos haberlo visto todo, pero no estamos ni de lejos a salvo de cierta gente sin alma que atenta contra la salud y el bienestar de seres indefensos.
No tienen la culpa de nada
Esta es la historia de un perrito de raza poodle, que tuvo que pasar toda su vida bajo el yugo y la indignidad de una cadena. Sufrir la carencia de alimento y bebida necesarias durante un largo período; y, aun así, su espíritu indomable de supervivencia fue más fuerte que el inmerecido castigo al que fue sometido.
Gracias a una vecina del sector que se percató de la situación y dio parte a las autoridades, un grupo de rescate se hizo presente en la escena para intentar sacar al animalito de su terrible situación.
La cadena a la que estaba amarrado era tan corta, que apenas podía moverse en un espacio de unos 30 a 60 centímetros del árbol al que estaba atado.
Los rescatistas, finalmente, lo liberaron y lograron salvarle la vida. Aquella mujer no dudó y avisó de inmediato, justo a tiempo, ya que la condición en que fue encontrado el animal era como para preocuparse.
El pequeño perrito de color negro no había sido alimentado ni hidratado hacía mucho tiempo, y jamás había recibido un baño. ¿Lo peor de todo?, esa miserable cadena oxidada que no le permitía moverse.
Se trata de un perrito muy dulce y amigable que por fin conoce la libertad.
“Llegamos a la zona rural, seguimos a la mujer que nos contactó y fuimos hasta la casa donde estaba el perro en evidente mal estado. Lo vimos amarrado a un árbol, acompañado de un sartén viejo, vacío y sucio”, dijo uno de los rescatistas.
Daba mucho dolor ver aquello, su pelaje se encontraba completamente mugriento y emanaba un olor casi putrefacto, producto de que nunca había recibido un buen baño como corresponde.
El grupo de rescate negoció con la “responsable” de la mascota y lograron convencerla de que entregara al perrito.
Se transformaron en los héroes del día y le prometieron al animal que nunca más tendría que pasar por lo mismo. De ahí en adelante solo habría felicidad, luz y mucho amor en su vida.
Aún se desconoce el lugar exacto donde ocurrió este abominable hecho de trato injusto hacia otro ser vivo más débil.
Lo cierto es que acciones como esta no deben pasar desapercibidas así, jabonosamente. En cambio, deben ser sancionadas como corresponde por la legislación del país donde ocurran, no importa dónde.
Para sorpresa de los rescatistas, la personalidad amigable del perrito surgió en forma inmediata, después de que lo bañaron y lo alimentaron como se debe, con mucho cariño y atención muy bien merecidas.
“Comió y tomó agua como si nunca antes lo hubiera hecho y ese día comenzó a vivir de verdad”, comentó otro miembro del grupo de rescate”.
La vida animal está hoy más que nunca en un punto de inflexión, en la mira. Por fortuna, la sociedad avanza y cada vez somos más quienes nos hacemos conscientes de la importancia de proteger la fauna y de cuidar de su derecho a la vida.
Comparte esta historia con tus seres más queridos. Si recoges un perro hambriento y lo haces próspero, no te morderá. Esa es la principal diferencia entre un canino y un hombre.