Cuando una familia adoptó a una perrita estaban realmente emocionados con la segunda oportunidad que le estaban brindando. Pero no esperaron ser testigos de la mayor lección de amor.
Sin lugar a dudas, la amistad que se genera entre los perros y los humanos es un hecho más que comprobado.
Entre ambos se gesta un real y auténtico vínculo, donde la lealtad, la nobleza y la humildad prevalecen como valores primordiales, principalmente por parte de los perros.
Y es que, estos maravillosos animales saben cómo demostrarnos el cariño que nos tienen, en cualquier parte del mundo, sin importar dónde se encuentren.
¿Recuerdas la historia de Hachiko, el perro que esperó a su mejor amigo humano en una estación en Japón? Pues, esta es una historia muy parecida, pero sucedió en México.
Vaca es una dulce canina que vivía en las calles del municipio de Chapala, Jalisco, en el oeste de la nación azteca.
Lo curioso es que, aunque Vaca y su mamá fueron adoptadas hace algún tiempo por Zayda Zamudio, la peluda solo duerme y cena en la casa.
Todas las mañanas se despierta y llora para que le abran la puerta para salir a la calle.
La perrita adoptada insistía desesperadamente en salir de casa cada mañana
La razón de su rutinario quehacer es muy sencilla. Se va a esperar a don Coco, un ciudadano que vive en la capital, Guadalajara, pero que trabaja en una gasolinera en Chapala y debe hacer el trayecto en autobús todos los días.
Vaca acude al encuentro con su mejor amigo sin falta. El día que no lo ve se pone muy triste, incluso se niega a comer.
La relación que se ha generado entre el hombre y la perrita es tan estrecha, como quizás ninguna antes lo fue.
Ella lo espera todos los días justo donde sabe que llega su autobús. Es muy inteligente. A veces, está tan desesperada por abrazar a don Coco que hasta se sube a la unidad.
Seamos francos, ¿a quién no le gustaría que lo recibieran con esa catarata de amor?
Cuando don Coco llega, Vaca y él pasan todo el día juntos. Desayunan algo sabroso y después la peluda lo acompaña hasta su lugar de trabajo.
Allí se queda todo el día. Una vez se asegura de que su colega se subió al autobús de regreso, emprende su camino de vuelta a casa con su familia.
Por su parte, su madre humana asegura que, en domingos, cuando don Coco no trabaja, le impide salir por su seguridad. Estos son los días cuando Vaquita llora más, pero Zayda prevé que algo o alguien la pueda lastimar.
“Es una perrita muy dulce, inteligente e inofensiva, a pesar de su tamaño. Durante la semana sé que estará bien y regresará a salvo. Sin embargo, ella no sabe de fechas. En domingos prefiero verla triste a que le pase algo en la calle”, dijo Zayda.
En la publicación, la mujer explicó que don Coco cuida mucho de ella. También aprovechó la oportunidad para decir que es muy querida y que, en caso de verla en la calle, no le hagan daño.
“Está esterilizada, vacunada, bien cuidada y siempre lleva puesto su collar, aunque se lo han robado varias veces. Si la ves, no le hagas daño. Es muy conocida y querida en Chapala”, escribió Zayda.
Esta es la historia de una perrita callejera adoptada pero que, en realidad, sigue saliendo a las calles por una muy buena razón.
Su relación con don Coco es de empatía y consuelo, de compañía y lealtad.
Los perros tienen un corazón de oro. De él emanan la valentía para protegernos ante cualquier situación, su amor incondicional y sus travesuras. Esperamos que Vaca y su mejor amigo sigan pasando hermosos momentos juntos.