Las vacas son animales extremadamente curiosos e inteligentes. Tienen memoria a largo plazo y pueden aprender unas de otras. Desarrollan personalidades distintas y son capaces de establecer vínculos por vida, no solo con sus terneros, sino también con los humanos.
Son madres afectuosas y tienen también la responsabilidad de cuidar de sus traviesas crías junto a otras hembras del grupo. Una de estas vaquitas revoltosas y traviesas es Sven, quien se crio con seis perros y, como es natural, se cree uno más de ellos.
Le encanta entrar a escondidas en la casa y despertar a la familia cuando la puerta está abierta.
“Entró hace unos meses, llegó hasta mi habitación y me despertó. Es increíblemente inteligente y le encantan las golosinas y que la cepillen”, dijo Nicole Federicks, su cuidadora humana y especialista en rehabilitación de vida silvestre y licenciada en tecnología veterinaria.
Sven vive en 3,64 hectáreas de terreno junto a otros animales: perros, gatos, cerdos, cabras, gallinas, algunas palomas y un loro juguetón y mal hablado. Como ya se imaginarán ustedes, con tanta diversidad, a veces las cosas se tornan un tanto caóticas en esta gran familia.
Aunque se supone que no debe entrar para evitar que resbale y se lastime en el suelo, por supuesto que Sven no deja pasar la oportunidad de aumentar el estropicio tratando de colarse dentro de la casa cada vez que tiene la oportunidad de probar suerte.
“Siempre que la puerta esté abierta por más de unos pocos minutos, se escapará. Las vacas son animales súper curiosos (peores que los gatos) y cuando él era un bebé estuvo enfermo durante algunos días y vivió en mi cuarto de lavado por un tiempo. Así se acostumbró a estar adentro”, añadió Federicks.
Por fortuna, Sven es un entusiasta y amante de las golosinas. Con una deliciosa galleta fue como Nicole logró atraerlo y llevarlo afuera sin problemas la última vez que irrumpió en la residencia. Obviamente, conociendo al personaje, estamos seguros de que esta no será la última vez que lo intente. Es muy curioso y decidido.
“Por lo general, me río si entra solo agarro algunas golosinas para sobornarlo antes de que se haga algún daño. Las vacas están muy motivadas por la comida, por lo que normalmente sale a comer una galleta”, aseguró la especialista.
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Si bien la regla número uno en la casa es que Sven no entre, eso a esta vaca traviesa y cariñosa la tiene sin cuidado. No le importa. Seguirá intentándolo por siempre, y Fredericks, mientras tanto, seguirá gozando con las travesuras de este tierno animal que juega a ser perro.
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