Tal y como nos sucede a los humanos, muchos animales también son presa de situaciones apremiantes que atentan contra su seguridad, su bienestar y su vida. Momentos trágicos e insospechados en los que se ven envueltas muchas criaturas y que, en ocasiones, desafortunadamente nos pasan desapercibidas.
En vista de ello, sirva esta historia, no solo para visibilizar y hacer patente una de estas realidades, sino para brindarnos la esperanza de saber que aún existe gente de buen corazón en el mundo.
Un par de crías de ave fueron halladas en el fango por Roxanne, una mujer que se encontraba paseando en bicicleta, justamente en el lugar indicado y a la hora precisa para evitarles a las pequeñas recién nacidas una muerte segura.
En realidad, no se sabe si ambas cayeron del nido por accidente, o si su madre las echó, lo que sí es cierto es que fueron afortunadas de encontrarse a una humana con un corazón tan noble. Sea como fuere, ambos se encontraban bajo la lluvia, aterrados en el lodo, esperando la hora de su muerte.
Al principio, Roxanne no sabía muy bien qué hacer con los recién descubiertos emplumados, así que decidió esperar un poco para ver si su madre volvía por ellos y los recogía.
La lluvia era pertinaz y no pasaba nada, así que la joven no lo pensó más y decidió salir por los polluelos. Con mucha delicadeza, ternura y cuidado los tomó entre sus manos y los puso a buen resguardo.
Se veían tan frágiles, que Roxanne tenía miedo de tocarlos, pues sentía que sus dedos los podrían romper, sin embargo, su miedo no era a mayor a sus ansias de ayudarlos, así que les armó una camita, cómoda y calientita, que se asemejara lo más posible a su nido.
“Eran muy pequeñas y frágiles, así que decidí no darme por vencida y hacer lo que pudiera por ellas”, dijo Roxanne.
Aunque los primeros días los pajaritos se negaban a abrir el pico para comer la comida que Roxanne les acercaba por medio de unas pinzas de depilar, la joven no desistió hasta lograr que tragaran la primera vez.
Eso la animó, incluso a bautizarlos con los nombres de sus dos mejores amigos: Laura y Ken. Después de que empezaron a comer, rápidamente las aves comenzaron a mejorar y a evolucionar satisfactoriamente.
Crecieron sanos y fuertes, gracias al maternal cuidado con el que Roxanne se dedicó a ellos, brindándoles, no solo su amor, sino atención médica especializada ya que, casualmente, resultó que la mujer trabajaba en una clínica veterinaria.
Laura y Ken listos para surcar los cielos y sobrevivir por ellos mismos
Allí aprendieron a ejercitar sus alas, ayudados por su nueva amiga y salvadora quien, al percatarse de que ya estaban aptos para emprender el vuelo, se despidió cariñosamente de ellos y los liberó.
“Hoy en día están sanos y surcan los cielos felices por fin, lejos del nido artificial que una vez les ofrecí. Me siento feliz de haber contribuido a ello”, añadió.
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A pesar de que fue un momento triste, como toda despedida, su cuidadora y todos nosotros sabemos que no hay un lugar como el hogar, y estos pajaritos estarán mucho mejor en la naturaleza, que es a donde realmente pertenecen.
Lamentablemente, no podemos ayudarlos a todos, pero todos podemos ayudar a un animal en peligro. Eso haría la gran diferencia. Comparte esta hermosa historia con tus seres queridos.