Un cachorro, que después fue llamado Yukon, deambulaba por las calles solo y avergonzado, pensando que era el fin de su vida. Pero cuando una mujer lo conoció, todo cambió…
La vida de los perritos callejeros está llena de infortunios, cada día para ellos es una gran batalla donde el mayor enemigo es la indiferencia de los seres humanos.
Estos indefensos seres deambulan por las calles, muchos al borde de la muerte, rogando encontrar algo de comida o un ángel que vea más allá de sus cuerpos esqueléticos y les brinde la oportunidad de cambiar sus vidas.
Este perrito estaba desnutrido y con un grave problema de sarna.
Yukon vagaba de un lugar a otro con la cabeza baja realmente abochornado por su condición. ¿Acaso era su culpa? Pero los humanos le hicieron creer que no era digno de ser amado. En ese punto, era piel y huesos, la mayor parte de su cuerpo estaba lleno de sarna.
Su mal estado hacía que las personas lo ignoraran, incluso algunos llegaron a pensar que se trataba de un coyote.
No estaba acostumbrado a importarle a nadie. Esa falta de amor y cuidado realmente lo golpeó duro.
La primera vez que una mujer llamada Caitie, lo vio comer, su corazón se quebró.
Pero en realidad, no era un coyote, era solo un perro triste y moribundo, completamente cerrado esperando el final de su pesadilla. Decir que estaba en mal estado era quedarse corto.
Afortunadamente, un ángel apareció en su vida y lo vio con ojos de amor dejando a un lado su apariencia.
Caitie fue la mujer que lo acogió. El primer día en llegar a su nuevo hogar Yukon lo único que hacía era dormir, y cómo no, si durante mucho tiempo durmió en las calles fías.
Con agitados movimientos de cola Yukon agradece que le dieran su primer juguete.
Exhausto y con un delicado estado de salud, el dulce perrito se tendió en los brazos de su rescatista, sabía que estaba en buenas manos, así que era cuestión de tiempo para que se empezara a recuperar.
A pesar de haber sufrido mucho en las calles, reveló ser un perrito muy dulce y juguetón.
Dulcemente acariciaba a su madre como diciéndole “Gracias”.
La recuperación de Yukon fue lenta pero satisfactoria, con mucha paciencia, pero sobre todo mucho amor, Caitie cumplía el tratamiento para combatir la sarna y lo alimentaba bien para que ganara peso.
Después de unos días, el dulce perrito ya se sentía lo suficientemente bien y fue presentado al resto de los integrantes peludos de la familia de Caitie.
Contempla su increíble transformación y no olvides ayudar a los más vulnerables.
Por suerte, sus nuevos amigos fueron muy amables con él y en cuestión de minutos crearon un hermoso vínculo.
«¡Era como si entendieran que había pasado por tanto y que realmente le vendría bien una mochila de amor que lo cubriera!», dijo Caitie sobre la amorosa acogida que sus perros le dieron a Yukon.
Caitie decidió ponerle un pijama a Yukon para proteger su piel, a las semanas su pelaje comenzó a crecer y su transformación agitó de alegría el corazón de su madre.
Un gesto de amor que cambió su vida para siempre.
Yukon ya está disfrutando de su nuevo hogar y del amor que recibirá de una familia que lo quiere sin condiciones, está muy feliz, hace lo que más le gusta y por sobre todas las cosas ama abrazar a su persona favorita.
Estamos felices de que haya encontrado a una persona que viera más allá de su apariencia y las marcas que dejaron en su cuerpo los estragos del abandono y los malos tratos.
Sin duda, solo el amor puede transformar el mundo. Anímate a cambiarle la vida algún perrito de la calle, ellos te pagarán con mucho más amor del que reciben.