Aunque muchas fundaciones se empeñen en vencer los estigmas que existen alrededor de ciertas razas de perros, algunos perritos siguen siendo catalogados como violentos simplemente por su raza. Entre ellos se pueden mencionar a los bóxers, pitbulls y dóberman que por su aspecto corpulento o por su tamaño tienen a ser erradamente etiquetados.
Pero Jesse, un perrito rescatado, vino al mundo para romper todo paradigma.
Este pitbull fue salvado y adoptado por su familia cuando tenía sólo 4 meses de edad y, rodeado de tanto amor, desarrolló una increíble personalidad. Su dueña, Stephanie Voss, dice con orgullo que su grandulón es en realidad un perrito bobo.
A él no se le podría encargar intimidar a nadie, pues apenas se acerque moverá su cola y se tumbará panza arriba esperando un cariñito. Jesse nació para derrochar amor y también recibirlo.
Al animalito le gusta estar al aire libre.
Stephanie admite que a su perro le encanta ser el centro de atención y revela una afición que descubrió recientemente en él.
«Es juguetón y un poco tonto. Le encanta ser el centro de atención y participa en las reuniones de Zoom con mis alumnos y conmigo. Es un gran ayudante (en realidad, es muy entrometido), tiene que estar en medio de todo. Ayuda con los platos y disfruta ayudándome cuando pinto», dijo la dueña de Jesse.
La maestra disfruta mucho de su compañero canino y ayudante pero en los últimos meses Jesse está algo travieso. Después de jugar un poco en el jardín se niega a entrar a casa. Aunque las cosas cambian con un ofrecimiento especial al que no puede negarse.
«Tengo problemas para lograr que entre, especialmente si ha visto a alguna criatura en nuestro jardín, pero entra rápidamente cuando le pregunto si quiere cepillarse los dientes», dijo Voss.
El perrito más aseado que existe.
Aunque es un modo poco convencional de sobornar a alguien, parece que con Jesse funciona perfectamente y así es como la mujer logra que entre a casa sin mayor problema.
“Realmente no le importa el cepillado real. Le doy un tratamiento dental diario que tiene la forma de un cepillo de dientes, y para eso viene corriendo adentro”, dijo Voss.
Jesse no es para nada un perrito violento pues creció rodeado de amor y su madre lo sigue consintiendo, incluso con su nueva manía de jugar con su cepillo de dientes. Lo más importante es que este par encontró la mejor manera de hacerle frente a la pandemia con mucha alegría y salud mental.
Todos los dueños de mascotas deberían conocer este curioso truco para incentivar a sus perritos, comparte esta historia en tus redes y déjales conocer este dato.