Cualquiera que haya visto el documental The Cove, conoce la horrible situación que hay en Taiji, Japón, con la caza de delfines. Cada año los pescadores japoneses capturan cientos o miles de delfines, se montan en sus botes y los persiguen; golpean los postes de metal para crear una pared de sonido que los deja atrapados.
Una vez que los cazadores dirigen a los delfines hasta la trampa, los sacrifican para tener su carne. Los más bellos estéticamente (aquellos que se ven como Flipper) los venden a acuarios o importantes lugares de entretenimiento alrededor del mundo.
En enero de 2014 los cazadores encontraron a un delfín bebé con un rasgo particular: era albino. Estaba nadando junto a su mamá entre una manada de unos 150 delfines. Enseguida entendieron que sería muy valioso en la exhibición de un acuario, por eso lo capturaron de inmediato. Lo llevaron al Taiji Whale Museum, un lugar conocido por mantener a los animales marinos en pequeños tanques con cloro.
El delfín albino comenzó a ser conocido a nivel internacional y causó grandes polémicas entre los activistas y amantes de los animales, todos estaban preocupados por su bienestar. Unos representantes de Australia for dolphins (AFD) trataron de saber en qué estado se encontraba, pero la seguridad del museo les negó la entrada. Uno de los activistas, Ric O’Barry, llamó al pequeño delfín Angel.
Con el apoyo de Ric O’Barry, Save Japan Dolphins y el Earth Island Institute, AFD introdujo una demanda en contra del Taiji Whale Museum por discriminar a los occidentales, alegaron que no tienen el mismo derecho de acceso que los japoneses de la localidad. El juez decidió a favor de los activistas y la AFD anunció que la decisión va a servir de mucha ayuda en la batalla para que Angel sea devuelto a su hogar.
Sarah Lucas, directora ejecutiva de Australia for Dolphins, visitó por primera vez a Angel cuando estaba recién capturado. Al principio estaba en una pequeña piscina al aire libre donde no podía hacer otra cosa que nadar en círculos. “Lo que más me rompió el corazón fue verlo nadando en círculos. Pienso que debió ser traumático cuando lo separaron de su mamá y lo lanzaron de pronto a esas condiciones. Me sentí muy triste por él”
Eventualmente Angel fue llevada a un tanque junto a otros cinco delfines, pero eso no ha hecho que mejore su condición. Lucas explica que hay muy poco espacio. En la vida salvaje hubiese podido nadar 100 kilómetros al día, mientras que ahora tiene que nadar en incómodos círculos tratando de no golpearse contra las paredes.
Tanto Angel como sus compañeros en el tanque están frustrados. Lucas asegura que tienen cicatrices en la piel, probablemente son producto de los machos dominantes que la han atacado.
Además, el tanque está lleno de agua con cloro, eso es muy dañino para un cetáceo, puede causar irritación en los ojos u otros problemas de salud. Por ser un delfín albino, Angel es más sensible a todas esas cuestiones. Sarah Lucas cuenta que sus ojos casi siempre están cerrados y es probable que sea por los químicos que hay en el agua.
Después de que el Taiji Whale Museum perdió la demanda por discriminación a los occidentales, tuvo que pagar 110.000 yenes a la AFD, lo que equivale a $ 972. Lucas pide a los representantes que usen el dinero para devolver a Angel a su hogar, el lugar del que nunca ha debido salir. Ella tiene esperanzas de que eso ocurra porque dice que al museo debería interesarle que Angel tenga una larga vida. A pesar de su esperanza, el delfín sigue siendo propiedad del museo y es posible que decidan dejarlo allí en exhibición.
“Nadie sabe si Angel puede ser liberado en lo salvaje. Pero creemos que un lugar con mejores condiciones sería más humano que ese tanque en el que lo tienen. Nunca va a poder nadar en el océano junto a su madre, así que debemos enfocarnos en tratar de darle la mejor vida posible”.
Si quieres apoyar a todos aquellos que se esfuerzan por terminar con la caza de delfines en Taiji, puedes hacer una donación al Dolphin Project.
La caza de delfines es algo terrorífico, no comprendo cómo pueden existir seres humanos tan despiadados a quienes no les importa acabar con vidas inocentes o peor aún: arruinarle la vida a los animales indefensos. Afortunadamente siguen habiendo causas nobles y activistas como Laura que luchan en contra de los atroces actos de maltrato animal.
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