Era un día caluroso de verano cuando Megan Wedge vio a una perrita que mostraba muchas dificultades para caminar, y tenía evidentes señales de haber sido maltratada. Pero, además, al acercarse al animal se pudo percatar de que la perrita llamada Izzy estaba embarazada.
El hecho ocurrió en las inmediaciones de un estacionamiento ubicado en la ciudad de Dalton, Georgia, Estados Unidos, donde Megan trabaja, y fue informada por un par de compañeros de labores quienes se sorprendieron al ver el estado en el que se encontraba la canina.
“Un par de tipos en la planta donde trabajo entraron a la oficina y dijeron: ‘Megan, ¿viste al perro afuera? Está cojeando’. Tan pronto como se levantaba, volvía a caer. Cuando finalmente lo lograba, se veía que no podía apoyar su peso sobre su única pata trasera”, aseguró la mujer.
Izzy y sus ángeles guardianes
Wedge quería ayudarla por todos los medios, así que, a través de las redes sociales publicó la historia solicitando ayuda para encontrarle un hogar a la pequeña. Pasó el tiempo hasta que, un buen día el teléfono sonó y se oyó la voz de Sarah Bauer, quien respondió al llamado desde unos 1.126 km de distancia.
“Decidimos reunirnos en Virginia durante el fin de semana para poder recoger al perro. Debido al COVID-19 y todo lo que estaba sucediendo, no pude ir al veterinario con ella previamente. Tiene la cadera dislocada y abrasiones en sus patas, probablemente producto de un arrollamiento”, dijo Bauer.
En ese momento, la sensible mujer comenzó a llorar al pensar por todas las humillaciones y tratos indignos y premeditados por los que ha tenido que pasar esta dulce perrita. La llevó a urgencias, donde se le practicaron exámenes de rayos X que mostraron varios impactos de perdigones en todo su cuerpo.
“Los pequeños puntos blancos eran perdigones que impactaron en todo su cuerpo. Esto solo muestra su abdomen. También le saqué un par de las orejas, los brazos y las patas”, dijo el médico veterinario tratante de Izzy.
También le fue realizado un ultrasonido que mostró la feliz noticia no de uno, ni tres, sino de nueve corazones latiendo en las entrañas de la perrita esperando por nacer.
Finalmente, los alegres cachorritos vieron la luz entre el 11 y el 12 de junio pasado, sin tener idea siquiera de las penurias y el sacrificio que tuvo que sortear su madre para sobrevivir por y para ellos.
Según Bauer, la maternidad ha ayudado a Izzy a superar su bajo estado de ánimo y su depresión. Realmente, sus hijos le han devuelto la vida a este sufrido y noble animalito, presa de la barbarie y la indignidad humana.
“Creo que sus hijos realmente sacaron al cachorro que lleva dentro. Se las arregla bastante bien, pero sé que se siente incómoda, especialmente si trata de subir o bajar escaleras o incluso simplemente por correr con sus cachorros. Solo quiero que tenga una buena vida”, concluyó Bauer.
Izzy todavía tiene un largo camino por recorrer para recuperarse, por lo que se ha creado una campaña de recaudación de fondos para su intervención que cuesta unos 4 mil dólares. Se espera que la misma contribuya a crear conciencia acerca del maltrato animal en todas sus formas.
Comparte esta hermosa historia de dos mujeres que, creyendo que estaban salvando a un animalito inocente, en realidad salvaron a 10. ¡Bravo por ellas!