Históricamente, los cazadores han labrado su camino para posicionarse supuestamente en una labor de control poblacional, en el caso de conejos o jabalíes, la sobrepoblación de estos y otras especies considerados cinegéticos es la excusa perfecta para seguir perfeccionado su “arte”: la caza.
Si bien actúan argumentando que se trata de un deporte, equilibrio ecológico o tradición, en realidad solo están resguardando un negocio que les deja cientos de miles de euros.
El precio por el “premio” puede variar: 3.500€ por matar un ciervo, 1.500 € por una cabra montesa.
Los cazadores no se preocupan por el medio ambiente, el ecosistema, ni la biodiversidad, solo quieren garantizar poblaciones para seguir cazando. Ellos trabajan de la mano con el sector cinegético quienes provocan deliberadamente estas sobrepoblaciones, los crían y luego los preparan para ser blanco fácil ante el ojo del cazador.
Plataforma NAC (No a la caza) ha seguido de cerca este supuesto equilibrio ecológico y ha lanzado una campaña titulada «La verdad de la caza».
Anualmente se crían y sueltan 2 millones de conejos de monte, y cerca de 3 millones de perdices y otras aves similares.
Revelan fuertes detalles sobre todo lo que se vive en las granjas cinegéticas y el doble negocio entre cazadores y los responsables de las granjas. En un apartado del comunicado se puede leer:
«En las últimas semanas, dentro de esta campaña de apoyo han deliberado que la caza sea una actividad permitida Durante el estado de alarma, los cazadores difundieron imágenes de animales, como jabalíes, en la periferia de núcleos urbanos, fomentando esa falsa sensación de sobrepoblación y reforzando la ideas de que es necesario un control del número de individuos por medio de las armas”.
Incluso en medio de una cuarentena, están realizando presión para permitir la actividad cinegética.
Recientemente, el Gobierno de Núñez Feijóo, en Galicia, como en Castillo y León, ha permitido cazar en grupo de cuatro personas bajo el argumento de «control de daños».
Jabalíes, palomas, gamos, faisanes, ciervos, muflones y otras especies se crían en las granjas cinegéticas.
El gobierno ha permitido que dentro de la fase 1, después de haber superado una crisis sanitaria mundial, se pueda ir al campo no a observar o contemplar animales, sino para matarlos a sangre fría.
En otro apartado los responsables de la campaña NAC destacan:
«Quienes quieren verse como parte de la solución a este supuesto problema de sobrepoblación de animales salvajes, son en realidad su causa”.
NAC señala que cada vez son más los animales cazados que provienen de las granjas cinegéticas. En el caso de la Provincia de León, el 100% de los animales que cazan se crían en cautiverio.
En este negocio de falsa apariencia los animales son fáciles de cazar, en algunas granjas solo se crían los animales más rentables a la hora de vender.
«Estas masacres son un cóctel perfecto porque acaban con la biodiversidad, destruyen el equilibrio natural y convierten los campos en factorías de dianas vivas, listas para ser vendidas al mejor postor”.
Los cazadores quieren escudarse en el aumento de la población para justificar sus acciones, pero en realidad son las propias granjas quienes los crían y se los ponen en bandeja de plata.
«La caza no es la solución, sino la causa. El negocio de la muerte, de la mentira, de la destrucción”.
De esta manera concluye NAC su comunicado. Todos los amantes de los animales nos sumamos a la prohibición de la caza por ley. Una despiadada actividad que acaba con la vida de millones de animales cada año.
Se supone que la pandemia debía sensibilizarnos y hacernos seres más conscientes. Pero nos damos cuenta que nada cambia, si tú no cambias. Demostremos que los buenos somos más y sé parte de los defensores de animales. ¡Comparte!