Cualquiera que ame a los animales sabe lo importantes que son, pero, seguramente no sabe que nuestra relación con ellos determinó nuestra propia evolución como especie y que, sin su presencia nuestra empatía e, inclusive nuestro lenguaje no serían los mismos. Somos por y gracias a ellos.
Hemos aprendido lo triste que es vivir encerrados
Por eso, en medio de esta crisis pandémica que nos tiene a todos de cabeza, ponernos en sus “zapatos” es un buen ejercicio de meditación para intentar comprender su sufrimiento. Y es que, si a muchos de nosotros se nos ha vuelto un verdadero sinvivir esta cuarentena, imaginemos por un instante lo que viven en estos momentos los animales en cautiverio.
Es más, debemos considerarnos afortunados de que, a pesar de la ansiedad que nos genera el tener que permanecer encerrados indefinidamente, sin embargo, gozamos de buena salud y contamos con un sistema inmunológico que funciona como un reloj suizo.
Los animales llevan mucho tiempo detrás de una jaula
“Estoy saludable, es difícil que me contagie, ¿por qué me hacen guardar esta ridícula cuarentena?”, se pregunta mucha gente, lo que es natural.
Sencillo. El coronavirus se transmite como una centella, lo que hace que tengamos que escapar de su embestida y, la única manera conocida hasta ahora de hacerlo es manteniéndonos en nuestras casas.
Los animales también necesitan atención
Tenemos que reconocer de una vez por todas la verdad: nos sentimos solos, preocupados, rabiosos; no negar ninguno de estos sentimientos y afrontarlos para superarlos, tener conciencia del daño que nos ha ocasionado esta experiencia y seguir con nuestras vidas eso sí, con otra perspectiva, de cara a un futuro mejor.
Y ni hablar de si se cae en un nivel de autorreflexión que incluya en esta misma situación a los animales no humanos que persisten en los zoológicos, encerrados, pero, a diferencia de nosotros, llevan mucho más tiempo así y, peor aún, en contra de su voluntad.
Porque, para nosotros saber que no somos los únicos náufragos de este mismo barco resulta un consuelo, uno bastante cruel pero que finalmente nos hace sentir, al menos, acompañados.
“La diferencia entre ellos y nosotros es que, tanto para ti como para mí esto es algo temporal, pasajero”, comentó muy asertivamente un conservacionista en una publicación.
Lo cierto es que la alimentación de miles de animales, algunos en peligro de extinción, así como el sustento de quienes laboran en estos parques biodiversos se encuentran en vilo debido al brote de coronavirus, mismo que insiste con su infame presencia en separarnos y hacernos cada día más vulnerables ante él.
Dentro de los parques la rutina diaria de atención de los animales que aún quedan en cautiverio se ha visto alterada: la observación, higiene, nutrición, la capacidad de generar un ambiente sano y de calidad al animal, así como otras actividades se han visto minimizadas debido a la pandemia, por ello, es un todo un tema que debemos ponderar.
¡Necesitan nuestra ayuda!
Comparte esta historia, un tanto angustiante, pero que no debemos dejar pasar por alto con tus seres queridos. Seamos más empáticos. Quizás esto pueda servirnos para internalizar, una vez hayamos vencido a la cuarentena y al virus el hecho de si realmente valió la pena forzar a otras especies a estar cautivas, solo para nuestro propio deleite.