Luis Carlos es uno de nuestros lectores y nos ha hecho llegar la información de una campaña emprendida para solicitar que los perros puedan hacer visitas en los centros hospitalarios considerando que pueden ser un gran apoyo emocional para el paciente.
En algunos hospitales de España existe la colaboración habitual de perros de terapia entrenados específicamente para contribuir con la recuperación de los pacientes. No es un secreto que el vínculo que formamos con nuestros perros puede ser terapéutico y en un hospital de Ontario lo han comprobado permitiendo que visiten a los pacientes que lo soliciten.
En Bélgica existe un proyecto grandioso sobre el apoyo de las mascotas en los hospitales y Luis Carlos propone que en España sea posible que los perros puedan ver a sus familiares mientras están recluidos en un centro de salud.
Así que puedes apoyar esta causa en Change.org firmando aquí. Luis vivió una experiencia personal donde comprobó la influencia positiva de los perros sobre nuestro organismo.
“Tengo un perro pastor alemán de 8 años, se llama Balco y nunca deja de sorprenderme en su día a día. Pido disculpas a los profesionales que realizan una estupenda labor con los perros de terapia porque en este artículo explicaré mi experiencia antes y después de una gran persona como fue mi suegro, Fidel.
Entre Balco y Fidel, de 82 años, siempre hubo una atracción muy especial. A pesar de que no tenía conocimientos sobre el manejo y cuidado de los perros, poseía algo muy importante: una condición mutua que destilaba cariño, compañía y comprensión entre ambos solo con gestos y miradas.
Descubrí por medio de Balco que algo malo le pasaba a Fidel, se mantenía cerca de él como siempre pero algo cambió en su delicadeza y su manera de acercarse a él. Tenía siempre mucho cuidado y se acostaba a su lado. A pesar de que siempre le enseñamos a no subirse al sofá, un día decidió hacerlo de forma muy sigilosa para consolar a Fidel del dolor de su enfermedad. Balco se acostó y apoyó la cabeza entre sus piernas. Cuando le pregunté a mi suegro si le molestaba me respondió que justo al rato desde que el perro se apoyó en él sintió un alivio en su dolor.
En la habitación del hospital conversaba con la enfermera, que le preguntó si tenía mascota y Fidel con solo hablar de Balco cambió su semblante, con alegrías y risas le contaba cuánto disfrutaban juntos. Pero cuando solicitó si podían traerle a su perro a la habitación, se lo negaron alegando que los protocolos y prevenciones en la planta de cuidados paliativos no lo permitían.
Siempre íbamos a visitar a Fidel y le llevábamos en el móvil grabaciones de Balco, justo antes de entrar a la habitación lo primero que hacía era preguntar por él.
En los últimos días de lucha contra su terrible enfermedad, Fidel apenas podía mencionar palabras claras pero preguntó por su perrito y mientras sonreía eso fue lo último que pronunció. Se despidió con el hermoso recuerdo de su amado perro”.
Y esta es la historia que motivó a Luis Carlos a emprender esta campaña para ayudar a que todos los pacientes como su suegro, ya sean adultos o niños, puedan disfrutar de sus leales amigos que les brindan afecto, protección y cariño en momentos tan difíciles. Puedes visitar el perfil de Facebook de Luis aquí.
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