No todas las monarquías, ya sean administrativas o absolutistas son insensibles. A pesar de que, como rey absoluto el monarca puede cambiar las decisiones a placer, muchas veces en detrimento de su propio pueblo, el primer ministro de Bután ha pedido a sus conciudadanos que adopten un perro o planten un árbol en ocasión de la celebración del cumpleaños número cuarenta del rey del país.
Lotay Tshering, el primer ministro del país surasiático, pidió a todos los ciudadanos que hiciesen una de estas dos nobles tareas, o se comprometiesen a recaudar gestionar los desechos de cada vecindario.
“Un compromiso personal como este sería el mejor regalo para Su Majestad”, dijo Tshering.
Sin embargo, esta no es la primera vez que Bután lidera una iniciativa como esta para tratar de paliar el trágico fenómeno de los perros callejeros. Hace ya más de una década, en el año 2009, el país llevó a cabo un programa nacional para esterilizar y castrar a estos animales con la ayuda de Humane Society International y así combatir la superpoblación de canes.
Más recientemente, el año pasado, se retomó la estrategia nacional de gestión de la población canina de Bután con el objetivo de que las personas utilicen los medios de adopción de mascotas y reducir los riesgos a los que se exponen miles y miles de animales en las calles.
Este año la solicitud del primer ministro llegó acompañada con el anuncio del lanzamiento de varios programas en las áreas de economía, educación, salud y tecnología, que se llevarán a cabo durante un año, medidas que los ciudadanos de Bután han acogido con beneplácito, enviando los mejores deseos de cumpleaños a su rey.
“Nuestro primer ministro acaba de pedirle a todas las familias butanesas que adopten a un perro como regalo de cumpleaños al rey. Qué noble y necesaria iniciativa”, dijo una periodista.
El Reino de Bután está alto, muy alto, sobre algunas de las montañas más elevadas del planeta, los Himalayas. Tanto, que parece tocar el cielo y, a primera vista, ser un pequeño paraíso terrenal. Alberga hermosos paisajes montañosos, bosques y selvas exuberantes, que se unen a una impresionante riqueza de templos budistas.
Sus habitantes no llegan al millón de personas, sus límpidos paisajes son de una belleza sobrecogedora y, sí, efectivamente, hablamos del país que mide sus resultados no según su PIB, sino por su índice de Felicidad Nacional.
Alejado de la contaminación de la globalización y la masificación turística, está considerado como uno de los países más felices del mundo que conserva intactas sus tradiciones y su cultura. Y ahora además hace felices también a los peludos de nuestro corazón
Comparte esta historia con tus familiares, amigos y seres queridos y apoya cualquier iniciativa en favor de la recuperación, preservación y mantenimiento del medioambiente natural que es, a fin de cuentas nuestro único y cálido hogar.