Las mascotas que tienen la fortuna de tener un dueño amable siempre gozan de buena salud mental y física debido a los cuidados y atenciones que reciben. Pero los animales que deambulan por las calles, a la deriva, ya sean porque andan perdidos, sin dueños o abandonados por estos, sufren demasiado.
Así andaba Cooper, un cachorro de tan solo 4 meses, con dos patas fracturadas y hambriento, pero fue rescatado a tiempo, justo antes de morir.
Cuando unos voluntarios del refugio Poodle and Pooch Rescue, de Florida, EE. UU., encontraron al perrito Cooper, prácticamente no se movía. Estaba severamente desnutrido y tenía rotas sus dos patas delanteras. Sin duda, le faltaba poco para morir, víctima de las lesiones y el hambre.
El pequeño Cooper luchó por su vida como un gladiador
«Muchas personas lo vieron, pero pasaban a su lado con total indiferencia. Otros se acercaron, pero al ver que estaba ya casi agonizando, se alejaban», comentó uno de los voluntarios.
En el refugio, que milagrosamente se especializa en salvar «casos perdidos» de animales, le hicieron varias radiografías. Se descubrió que el tobillo de la pata derecha estaba astillado y todos los huesos metacarpianos rotos, así mismo la pata izquierda tenía fracturados los huesos radio y cúbito. Tuvieron hacerle dos operaciones importantes.
La radiografía de Cooper demuestra que sus patitas estaban fracturadas
«Por la forma que muestran las lesiones, no parecen producto de un accidente, sino como resultado de abuso y maltrato. Pareciera que fue pateado y pisoteado salvajemente», dijo uno de los veterinarios que lo intervino.
Las dos patas delanteras de Cooper ahora terminan en unas botas ortopédicas especiales que se le ven muy coquetas y funcionales. Según ha pasado el tiempo, ha recuperado peso y su pelaje brilla. Actualmente también ostenta un collar isabelino en forma de cono para evitar que se lama las heridas que se van volviendo cicatrices o se muerda las botas.
«La recuperación en las patas delanteras es mucho más lenta que en las patas traseras. Los perros cargan más peso sobre sus miembros delanteros», aclaró uno de los veterinarios del refugio.
La alegría ha vuelto a los ojos de Cooper. Él se ha dado cuenta de que, si en el pasado sufrió a manos de un criminal que casi lo mata, ahora conoce la bondad de sus nuevos amigos de Poodle and Pooch Rescue, que lo han curado con abnegación e infinito amor.
El cachorro Cooper vive por los momentos con una familia temporal, esperando que alguien lo adopte definitivamente. Por desgracia, los perros discapacitados suelen ser los grandes olvidados en perreras y albergues. Sin embargo, hay que decir que precisamente por sus limitaciones, este tipo de animales suelen ser más agradecidos y más afectuosos que aquellos que gozan de buena salud.
Adoptar un perro discapacitado es una gran responsabilidad y una gran satisfacción a la vez. Además de las mismas necesidades básicas que tiene todo perro (techo digno, alimentación, cariño, etc.) tendrá otras particulares: vigilancia en los paseos y cuidados médicos. Siempre que tengamos el tiempo y los recursos económicos, nos puede resultar algo muy gratificante.
Comparte con tus amigos y vecinos esta conmovedora historia y anímalos a salir en defensa de los animales en todo momento, y denunciar el maltrato del que son objeto algunos de ellos por parte de personas inescrupulosas ¡Ayudemos a Cooper a encontrar un hogar definitivo!