Susan McNair es la fundadora de una organización que se dedica a ofrecer una nueva oportunidad a los gatitos de la calle. A lo largo de sus años en Kitten Inn ha presenciado todo tipo de rescates.
Susan vive en la isla de Nueva Zelanda.
Sin embargo, hay uno que se quedó en su memoria ya que se convirtió en una lección que jamás olvidaría. Una noche, Susan escuchó que alguien tocaba la puerta a las 3 de la mañana.
“Era un hombre muy desaliñado y extraño. Me dijo que necesitaba mi ayuda. Yo estaba sola en la casa y no sabía qué hacer”.
Comenzó a imaginar lo peor y cuando se asomó a la entrada notó que había un hombre inmenso vestido con pieles. Susan sintió mucho miedo de abrirle la puerta a un completo extraño, pero se armó de valor y le preguntó qué sucedía.
Fue entonces cuando él sacó a una pequeña gatita de su bolsillo. Susan abrió la puerta de inmediato.
“No me quiso dar su nombre. Dijo que sus amigos no entenderían su amor por los gatos”.
Resulta que el hombre se encontraba en una fiesta cuando vio que varias chicas estaban jugando con la gatita. Por desgracia, no eran nada responsables y la trataban como si fuese un simple objeto.
A pesar de su apariencia, el hombre siempre había sentido un gran amor por los animales y decidió que tenía que tomar cartas en el asunto.
“Admito que me equivoqué. Nunca debí juzgarlo. Los amantes de los gatos vienen en todas las formas y colores”.
Tomó a la pequeña entre sus manos y se dirigió de inmediato a buscar a Susan. Había escuchado que ella era rescatista y sabría exactamente qué hacer.
“Cuando me entregó el gatito vi que había lágrimas en sus ojos. También me dio 100 dólares para ayudar a cubrir los gastos”.
Harley se ha convertido en una de las gatitas más queridas de todo el refugio. Ya tiene dos años y pesa un poco más de 1 kilo pero adora explorar cada rincón para pedir a todos los empleados que le den mimos. Es un pequeño motorcito de ronroneos y pronto se encontrará lista para buscar su hogar definitivo.
“Es la gatita más tierna del mundo. Todo su cuerpecito tiembla cuando comienza a ronronear”.
Su historia es un importante recordatorio de que nunca debemos juzgar a los demás por su apariencia.
El hombre que la salvó tenía un aspecto que asustó a Susan, pero tenía un corazón tan grande que no soportó ver que le daban tratos injustos a un animal. Comparte este emotivo rescate.