Estamos siendo testigos de una de las peores crisis medioambientales en la historia de Australia.
El país conocido por su amplia diversidad de flora y fauna autóctona, ha visto cómo miles de viviendas y bosques (el hogar de medio billón de animales fallecidos), desaparecía ante sus ojos en medio de un fuego inextinguible, como si de una verdadera apocalipsis se tratara.
En los últimos días las temperaturas han rebasado ya los 69 grados centígrados
El problema del cambio climático que sufre el país oceánico es de tal magnitud que los incendios se pueden ver desde el espacio.
Pero en medio de la eterna sosobra de sus habitantes y el mundo entero, que se encuentra devastado ante lo que sucede, la propia naturaleza ha dado una lección más de esperanza y resiliencia, que sorprende.
De lo que debía ser un paisaje gris y en cenizas, de pronto emergió una dulce esperanza de vida
Dos fotógrafos locales hacían una excursión alrededor del área de Kulnura, en la costa central de Nueva Gales del Sur, que hace semanas fue arrasada por las llamas, cuando experimentaron algo por demás emocionante.
Mary Voorwinde compartió las imágenes en su página «Fotografía de Mary», levantando una ola de reacciones en las redes.
Lo que hallaron fue en realidad la mayor prueba de que la naturaleza se resiste a darse por vencida ante los azotes provocados por el propio ser humano. Y de la manera más contundente mostró que donde debía haber polvo y cenizas, hay nuevos brotes de vida, nuevos brotes de esperanza…
Eran vibrantes brotes verdes y rosados como si gritaran al mundo que merecían seguir viviendo en el Planeta que les pertenece, a pesar de los incendios y la sequía sin precedentes. Así es la naturaleza, resurgiendo entre menos que la nada para ser ella: la vida, la que se abre camino.
Entre los troncos de los árboles emanaba una súplica de volver a la normalidad.
Voorwinde acompañó al residente Terrigal Murray Lowe en una visita a varias propiedades en un bosque de Kulnura, el 6 de enero.
«Con todo lo que se pierde, de nuevo hay esperanza de vida», escribió la fotógrafa.
Aseguró que ella salió en busca de una noticia feliz después de todo el pesimismo que había en los medios de comunicación, y sin duda lo encontró. Además, contó la emotiva experiencia de escuchar las desgarradoras historias de la gente del lugar.
«Hablaron de los valientes bomberos y del personal de servicios de emergencia que los ayudaron durante algunos de los momentos más aterradores de sus vidas… Historias de sonidos tan fuertes que eran ensordecedores, la intensidad del calor y el poder cortante y la velocidad del fuego simplemente incomprensibles…».
Era como si la naturaleza quisiera darnos unas palabras de aliento a nosotros de que «todo estaría bien»
«Fue extraño estar allí y luego, entre toda esta ceniza y troncos quemados negros, hubo todo este rejuvenecimiento. Te da esperanza», concluyó.
El Hospital Port Macquarie Koala también compartió una serie de fotos después de los incendios en la costa media norte de Nueva Gales del Sur. La región fue una de las primeras en ser golpeada por las altas temperaturas y los incendios catastróficos a principios de noviembre.
Las fotos muestran el rebrote alrededor del Bosque Estatal Bril Bril.
«Es prometedor ver este bosque estatal regenerarse después de los incendios forestales. Nos trajo inevitables lágrimas a nuestros rostros», se lee en la publicación.
Sabemos que la lucha contra los incendios continúa y estamos a años luz de una solución cercana y estructural. Sólo nos queda asumir que en este momento TODOS SOMOS AUSTRALIA. Comparte estas imágenes para gritarle al mundo que la naturaleza nos está dando una segunda oportunidad para cuidarla y volver a empezar. ¡No todo está perdido!