Los gatos son tan cariñosos como un perro, incluso más (aunque siempre hay gatos de gatos, lo mismo que las personas), solo que no tienen el mismo comportamiento sumiso de los perros.
En esta simpática historia, una pequeña niña de tres años con alma de abogado, logra quedarse con un pequeño minino que apareció en su casa.
Cuando la madre de la pequeña la ve alzando a su nueva mascota, ni corta ni perezosa le preguntó a la niña: ¿de dónde salió ese gato? La traviesa nena le responde con la mayor naturalidad cada vez que la madre le repregunta acerca de todo lo que ocurrió para que el gato llegara por fin a sus manos. Sin embargo, a su hija no le importa demasiado si sus argumentos son convincentes y coherentes o no, lo que importa es que ¡el gatito se queda!
Estaba decidida a quedarse con el gatito
El debate se extendió durante varios minutos, en los cuales la pequeña defensora de los animales expuso los más disparatados e inusuales argumentos: que si el gato llegó por la chimenea (que no tienen en su casa, según la madre), o por la chimenea de la abuela (que tampoco existe).
“Entró por la chimenea de la abuela y salió por la nuestra, así que ese gatito es mío y se queda”, expresó la pequeña niña.
Y ante cada objeción, la madre busca quebrar el discurso de la niña, cuyo infantil cerebro genera una respuesta tras otra que no tarda en expresar con su dulce vocecilla. En vista de la imposibilidad de rebatir los poderosos y jocosos argumentos de la menor, la madre optó por una nueva estrategia, preguntándole a su hija lo que deberían hacer entonces con el nuevo inquilino.
“Qué hacemos, lo tiramos a la basura o lo bañamos?”, preguntó la madre.
Esto le resultó sencillamente inadmisible a la bebé, ya que según ella, si el gato se moja, se puede morir. Así que el “yo quiero tener este gatito” continuaba siendo la consigna de la niña, una suerte de mantra que repetía una y otra vez, sin descanso.
Por su parte, el relajado felino sabe que encontró a su nueva amiguita para toda la vida, ya que no hace el menor intento de escaparse o separarse de ella; antes, prefiere acurrucarse en sus brazos y dormitar en paz, con la certeza de que nadie en su existencia lo defenderá con tanta vehemencia y habilidad como esta simpática y genial criaturita de apenas tres añitos de edad.
La inocencia del niño es magia pura. Son el motor que mueve al universo. Los pequeños conservan una particular manera de mirar la vida y el mundo que los rodea y es por eso que, como vimos hoy, el brillo que desprenden puede encandilar hasta a las madres y padres más escépticos.
Comparte esta divertida historia con tus familiares, amigos y seres queridos y ama a los niños como a ti mismo. Los pequeños tienen el don de nacer inocentes y, con el paso del tiempo, solo desean aprender, ser amados y disfrutar de la vida. Así de simple y profunda es su filosofía.