Para nadie es un secreto que tener kilitos de más puede traer inconvenientes, desde luego nuestros hermosos animales no escapan de este dulce problema. Boo es nuestro protagonista, un adorable gatito sin pelo que le cambió su vida después que su familia descubriera que uno de sus niños era alérgico al tierno gato.
Boo es un gato elfo que tiene kilitos de más.
Para evitar alterar la salud del hijo menor de la familia a Boo lo ubicaron en una parte separada de la casa, mientras la familia intentaba averiguar qué hacer para solventar esa situación, el tierno gatito muchas encontraba consuelo en la comida. Y cómo no hacerlo si en medio de la soledad y sin tener con quien jugar comer siempre es una buena opción.
Los gatos elfo son muy inteligentes y juguetones pero a Boo le tocó una vida sedentaria.
La cosas cambiaron aún más cuando la familia se enteró que venía otro bebé en camino. Así que decidieron entregar a Boo en adopción, afortunadamente le encontraron una familia que lo ama y acepta tal cual y como es. Lo mejor de todo es que lo ayudaran a ponerse en forma después de todo la salud es lo primero.
Boo llegó a pesar un poco más de 11 kilos, tres veces más del peso promedio de su raza.
En su antigua familia Boo estaba encerrado en una habitación con comida todo el día 7 veces a la semana, la mayor interacción que tenía era levantarse de su cama e ir a buscar comida en un metro cuadrado reducido que lo hizo engordar rápidamente. Courtney Haney, es la nueva dueña de Boo. Con respecto a su nueva rutina de su mascota comenta:
«Una vez que lo recibimos, lo pusimos en un horario de alimentación de dos alimentos húmedos al día y algo de mezcla seca”.
Lo mejor de la nueva familia de Boo es que tienen otro gato de la misma raza llamado Lamb quienes rápidamente se hicieron amigos, incluso lo está ayudando hacer ejercitarse. Poco a poco el gordito gatito fue perdiendo kilos, su rutina de ejercicios aumentó cuando la familia adoptó a un perro de rescate llamado Penny Lane. El perrito hizo que esos kilitos de más desaparecieran rápidamente.
Gracias a Lamb y Peny Lane, Boo perdió 3.5 kilos.
La familia comenta que les tomó cerca de dos años recuperar el peso ideal de Boo, ahora pesa 7 kilos y ha logrado cumplir con su rutina de ejercicios y dieta. Sin embargo, no niegan que el adorable gatito tiene cierta fascinación por la comida y le encanta que le sirvan una buena cena.
Boo usa sus grandes patas para robar comida de la alacena.
Boo nos demuestra que todo es posible si tenemos al lado personas que nos apoyen, deseamos que siga cumpliendo su rutina aunque su amor por la comida sea más grande.
Comparte la nota para que todos sepan que en el mundo hay un gatito que venció la obesidad con el apoyo incondicional de otras mascotas y su familia.