Kathy Pitts paseaba por un vecindario de Sequim, Washington junto a su perro, cuando repentinamente encontró dos pichones de águila en el suelo. El perro, al captar el olor de los polluelos la llevó inmediatamente al sitio donde se encontraban los indefensos animales. Afortunadamente, Kathy se encontraba en el lugar indicado y en el momento preciso, justo a tiempo para rescatar a las pequeñas aves.
Los plumíferos resultaron ser las crías de Ricky y Lucy, un par de águilas adultas que llevan anidando en el área desde 2013 y que hace poco tiempo perdieron un par de polluelos que también cayeron del nido.
Sin el astuto perrito, las águilas bebés no hubiesen logrado sobrevivir mucho tiempo
Rápidamente, Kathy entró en contacto con su amigo Jaye Moore, un veterinario experto en vida salvaje quien después de evaluar y limpiar a las aves determinó que tenían entre tres y cuatro semanas de nacidas y que necesitaban permanecer al menos dos meses más en el nido.
Lo siguiente que había que hacer era lograr devolver a las águilas a su nido, para lo cual se contó con la colaboración de Pacific Northwest Tree Service, a través de su propietario Casey Balch.
El rescate y regreso al nido fue capturado en su totalidad por la lente de Keith Ross, un vecino y fotógrafo de vida silvestre.
“Se mueven muy despacio, son muy despiertas, conscientes y alertas, pero se encuentran incómodas porque están fuera de su hogar”, dijo Ross.
Ante la mirada atenta y celosa supervisión de los padres alados, las crías fueron eventualmente devueltas a su hogar.
“Bald subió al árbol y colocó a las aves en el nido, la madre daba vueltas a su alrededor todo el tiempo que estuvo allí, observándolo”, afirmó Ross.
El rescate y reubicación de las aves fue un gran éxito en la localidad. Desde el día del reencuentro, todos los vecinos se han abocado a cuidar a esta pequeña familia emplumada, incluso toman turnos para proteger a los animales de otros depredadores y lo hacen felices, pues ven a Ricky y Lucy cumplir con su rol de padres orgullosos.
“Todos nos sentimos muy contentos y aliviados por los polluelos. Haberlos devuelto al nido es para nosotros, sin duda, algo muy especial”, expresó finalmente el fotógrafo.
Racionales o no, todos los animales necesitamos poder crecer en un ambiente protector familiar donde el afecto, el respeto, el cuidado y el amor nos permitan desarrollarnos plenamente hasta lograr una vida independiente y autónoma.
Comparte esta increíble historia con todos tus amigos y recuerda que no hay amor más grande y puro que el de la familia.